EL ASESINATO DE SÓCRATES

Marcos Chicot (Madrid, 1971) dedica esta novela, finalista del premio Planeta 2016 a la figura de Sócrates, maestro de filósofos, considerado como el fundador del pensamiento Occidental. La obra se mantiene en la misma línea de reconstrucción histórica de la cultura griega presente el relato anterior, titulado El asesinato de Pitágoras.
La acción abarca una de las épocas de mayor esplendor de la Antigüedad griega, comprendida entre el año 437 a.C. y el 339 a.C. cuando se produce la derrota militar de Atenas en favor de Esparta que coincide con la ejecución de la sentencia de muerte dictada contra Sócrates en ese mismo año. En torno al carácter y sabiduría del genial filósofo aparecen una larga serie de personajes reales, como Platón, Pericles, Eurípides, Aristófanes y Alcibíades, junto a otros ficticios, como el noble Perseo, su enamorada ateniense, Casandra y la espartana Deyanira, que aportan emotivos elementos de ficción a la peripecia narrada. Guerras por tierra y mar, traiciones, treguas y pactos entre Esparta con Atenas, forman el denso entramado que rodea a los personajes y les obliga a luchar para defender los intereses de sus respectivas ciudades, tengan a no razón en sus pretensiones. Los episodios que transcurren en tierras de la militarizada Esparta, se alternan con los situados en el más refinado ambiente de la democrática Atenas, las dos grandes potencias que se disputaron el poder durante décadas en sangrientas luchas fratricidas de incierto resultado. La novela muestra las diferencias que separan a los dos bandos, ya que, mientras los espartanos nacen y viven de modo exclusivo para la guerra, los atenienses, sin abandonar sus profesiones civiles, recurren a las armas sólo cuando ven peligrar el ejercicio de sus libertades. El mismo Sócrates, hombre dialogante y pacífico, combate al lado de sus conciudadanos, al tiempo que les sirve de referencia en el fragor del combate. Con cierto aire de tragedia griega, Marcos Chicot describe la mentalidad de una época donde las Bellas Artes, las letras y las ciencias alcanzaron un grado de excelencia desconocido hasta entonces. No faltaron graves injusticias que, como la trágica muerte de Sócrates, se presentan como ejemplo de la capacidad destructiva del ser humano cuando actúa movido por los sentimientos del odio. Tanto las relaciones sexuales, descritas de forma cruda y descarnada, como el sentido de la sociedad, la familia y el matrimonio, responden a formas de vida enraizadas en la cultura del mundo pagano y ajenas a la moral cristiana.

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