ESTAMBUL ERA UN CUENTO

Mario Levi narra las historias de una larga estirpe de judíos –tres generaciones- que vivieron en Estambul en el siglo XX. Casi toda su escritura es una abstracción de los motivos de actuación de cada personaje, del que cuenta lo más relevante, su historia de amor y pérdida así como los objetos que cobran el tamaño de símbolos: el collar de diamantes, el reloj, el torno. Levi utiliza un modo de narrar con muchas palabras, suposiciones, conjeturas, para acercarse al interior de los personajes. Su estilo está lleno de preguntas retóricas y de suposiciones sobre las actuaciones de los personajes. De este modo, son paradigmas de judíos de inicios del XX, habitantes del Bósforo, que vienen de Tracia, de Riga, que viajan a EEUU o México o Cambridge en los que hay historias de amor y de sacrificio, la mayoría tristes. Multitud de personajes llenan estos relatos, principales y secundarios. Levi insiste en que relata un cuento y ese es el aire que le da a cada historia, un sentido que convierte a cada persona en un personaje de cuento que nos enseña algo de sabiduría con sus acciones. El estilo arrollador nos acerca a esos personajes orientales y nos los hace próximos y entrañables con sus vidas normales pero heroicas en las que hay algo de tragedia y mucho de cotidianeidad.

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