LAS VENTANAS DEL CIELO

Gonzalo Giner (Madrid, 1962) veterinario de profesión, ha publicado varias novelas históricas -entre las que destaca El sanador de caballos- la mayor parte de las cuales transcurren en diversa regiones de España durante la Edad Media. En Las ventanas del cielo, la figura ficticia del protagonista, Hugo de Covarrubias, alterna con personajes reales, aunque las conductas de unos y otros respondan a exigencias puramente literarias. La acción se inicia en 1474 y finaliza 14 años más tarde, siguiendo la agitada peripecia vital del joven Hugo que, forzado por las circunstancias familiares hubo de abandonar precipitadamente Burgos, su ciudad natal para escapar de sus perseguidores.
Hijo de un acaudalado comerciante burgalés, dedicado a la exportación de lana merina a Flandes, sufre el acoso de su hermanastro Damián, que desea arrebatarle, con malas artes, la herencia paterna. En su huida se ve forzado a renunciar al amor de la bella Berenguela, con la que desde la infancia había mantenido una estrecha relación de amistad. En el puerto de Bermeo embarca de grumete en un bacaladero de pesca de altura en el Atlántico Norte y entabla amistad con un marinero musulmán que, al término de la singladura, le ofrece explotar una mina de sal en los desiertos de África. Debido a la dureza del clima africano y a la inseguridad de la zona, se dirige a Flandes, donde, gracias a su destreza en el dibujo y habilidad manual, pasa a formar parte del equipo de artesanos vidrieros que trabajan al servicio de las más hermosas catedrales y ricos monasterios de Europa. Integrado en el taller del maestro flamenco Niclaes Rombouts, Hugo colabora en la fabricación de los vitrales destinados a la Cartuja de Miraflores cuyas obras han decidido impulsar la reina Isabel la Católica, para albergar los restos de sus padres los reyes de Castilla, Juan II e Isabel de Portugal. Después de superar un largo y penoso peregrinar por los mares del Norte y las arenas africanas, Hugo de Covarrubias, ya convertido en maestro artesano, acompaña a la expedición flamenca desplazada a Burgos en 1488 para instalar los vitrales de la Cartuja. Confía en ser bien recibido por los suyos, como así sucede, una vez aclarados los infundios que su envidioso hermano había lanzado contra él. Su reencuentro con la añorada Berenguela le proporciona la estabilidad afectiva y familiar de la que había carecido durante sus azarosos y aventureros viajes a través del mundo. La peripecia humana del protagonista, narrada con estilo ágil y cuidada prosa, sirve como hilo conductor de una trama que gira de modo preferente en torno a la belleza y sentido espiritual que transmiten las vidrieras góticas, “ventanas del cielo” que ayudan a los fieles a comprender los misterios del mensaje del Evangelio. Este mensaje, representativo del espíritu cristiano medieval, predomina en el contenido de la obra por encima de actitudes y conductas de algunos personajes que, cegados por las pasiones o las ansias de riqueza y poder, prescinden de cualquier referencia moral para conseguir sus fines egoístas.

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