MENSAJERO DE CORAZONES ROTOS

Un alumno de primer curso de enseñanza secundaria acepta servir de mensajero al hermano mayor de su mejor amigo, a cambio de una propina, para comunicar a su novia que quiere romper su relación con ella, algo que él mismo no se atreve a hacer. El encargo queda cumplido con éxito y la habilidad del protagonista se difunde por el instituto, con la consecuencia de que le llegan más encargos similares. La situación económica de su madre, bastante inestable desde que su marido abandonó la familia, le impulsa a aceptar todas estas propuestas para ayudarla, subiendo los precios y mejorando detalles del servicio. La acción recoge, narradas en primera persona, las distintas formas en que se reciben sus mensajes, todos, salvo uno, con destinatarias femeninas, y que van desde la agresión física al enviado hasta el llanto imparable. Concebida en tono humorístico, la trama presenta los amoríos adolescentes vistos desde la perspectiva del protagonista que, con trece años, es más joven y sobre todo más infantil que aquellos que solicitan sus servicios, todos ellos a punto de salir del instituto. Para él esos tejemanejes son algo ajeno que hace solamente para ganar dinero, hasta que su madre se entera del asunto y le anima a dejarlo tras asegurarle que gana suficiente para mantenerlos a los dos. El autor escribe con estilo ágil y correcto que resulta ameno y tras unas peripecias divertidas encierra la conclusión, expresada en las páginas finales, de que el amor no es un juego sino un compromiso “de estar juntos en algo permanente. Cuidar uno del otro y mantenerse unidos pase lo que pase.”

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