UN NIDO DE VÍBORAS

Andrea Camilleri (Agrigento, Sicilia, 1925) creador del famoso comisario Montalbano, sitúa a su protagonista ante uno de los casos más complicados de su carrera como policía de la imaginaria localidad de la costa siciliana a la que identifica con el nombre de Vigatá que en esta ocasión hace honor al título de la novela, al convertirse en un Nido de vívoras.
Barletta, próspero hombres de negocios de pésima reputación, aparece asesinado de un tiro en la nuca en la cocina de su lujoso chalet con vistas al mar. El cuerpo ha sido hallado por su hijo quien se apresuró a comunicar la noticia de la muerte a los agentes de policía. Desplazado al lugar del crimen, Montalbano sospecha que al recibir el impacto, Barletta ya estaba muerto, circunstancia que la autopsia confirma, al verificar la presencia de un potente veneno en el estómago de la víctima. Los registros llevados a cabo en su domicilio descubren varias series de fotografías eróticas de jovencitas a las que Barletta seducía, con fuertes sumas de dinero, joyas o vestidos de alta costura. En ocasiones utilizaba las imágenes tomadas sin permiso para extorsionar a las chicas bajo la amenaza de darlas a conocer o enviarlas a sus familiares. Como consecuencia, el número de aspirantes a cometer el crimen aumenta a medida que avanzan las investigaciones. Sin olvidar entre los posibles autores a los hijos, Arturo y Giovanna, resentidos al conocer las intenciones paternas de excluirlos de la cuantiosa herencia. Con su tenacidad y paciencia características, el comisario reúne finalmente las piezas de un complicado juego donde intervienen las pasiones y el sentido del honor propio de la mentalidad siciliana que considera necesario guardar las formas para mantener el prestigio social. Además de la intriga policiaca, Camilleri describe con brillantez los paisajes de la isla y las peculiares costumbres de sus habitantes, incluidas las de los agentes de su equipo que, fieles a su jefe, dedican los mejores esfuerzos al éxito de las investigaciones en curso. La ironía y el humor del comisario cumplen la misión de rebajar la dureza de algunas de las situaciones escabrosas que rodean las actividades inmorales del fallecido Barletta. Hasta el punto de que, solo cuando Camilleri descubre las relaciones incestuosas del personaje, logra identificar al verdadero culpable de un crimen cuyo origen radicaba en los más bajos instintos de la naturaleza humana.

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