«No estoy sola en esta tribuna Me rodean voces, centenares de voces, siempre están conmigo. Desde pequeña. Vivía en un pueblo. A los niños nos gustaba jugar en la calle, pero por las tardes nos atraían, como imanes, los bancos junto a las casas, o jatas, como se dice en nuestra tierra, en las que se reunían las mujeres agotadas. Ninguna de ellas tenía marido, padre o hermanos; no re ... Seguir leyendo
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