ÁCIDO SULFÚRICO

En un programa televisivo, unas personas son encerradas, obligadas a trabajos forzados y golpeadas brutalmente, y cada día alguna es ejecutada entre atroces sufrimientos. Todo esto es grabado y transmitido, junto con entrevistas a los torturadores, que han sido objeto de cuidadosa selección. El programa alcanza audiencias millonarias y, como culminación, será el público quien, con el mando a distancia, elija a los que deban ser eliminados.
La obra, escrita con el estilo sobrio, escueto y directo que caracteriza a la autora, es un texto lúcido y provocador sobre la telebasura. Su mensaje, expresado de forma muy realista, es que la razón de existir de estos programas no son los productores ni quienes intervienen en ellos por dinero, y que son sus primeras víctimas al ser ridiculizadas sin piedad, sino que los espectadores la ven con fruición, incluso son adictos a ella y disfrutan con el sufrimiento convertido en espectáculo. El argumento tiene un desarrollo tenso, angustioso e intrigante, pues se sospecha que el final del programa ha de ser trágico. Los personajes, que encarnan las miserias y grandezas del alma humana, están muy bien trazados y los tiempos narrativos destacan por su controlada intensidad. Su contenido encierra una lección e inquietante reflexión sobre la dignidad y la libertad del hombre, el respeto al prójimo y la posibilidad esperanzadora del bien que cabe incluso en quien parece más degradado.

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