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Novela de fondo real donde el autor evoca la tragedia que en su infancia vio vivir a un compañero suyo de clase. El padre de éste, tras matar al amante de su mujer, granjero como él y al que había tenido como amigo, desaparece durante unos días, hasta que la policía encuentra su cadáver en un lugar poco frecuentado, con evidentes muestras de haber muerto por propia mano.
La obra, que obtuvo en 1980 el American Book Award y que está considerada como la mejor novela de Maxwell, trata el tema de un adulterio bastante común, desde la perspectiva de lo que éste supuso para el hijo de una de las víctimas. Maxwell, ya con setenta años, recuerda el impacto que le causó saber que el chico con el que jugaba después de clase se despediría de él una tarde con la frase que da título al libro y desaparecería para siempre de su vida, arrastrado por la tragedia de su padre, asesino primero y suicida después. La recreación ambiental, en 1922, y el análisis psicológico de los personajes, en especial el de los más jóvenes, son los elementos básicos que sustentan la acción, donde la investigación de los hechos reales se combina con una cierta elaboración ficticia en detalle, para transformar en materia novelística un recuerdo lejano de la adolescencia. El estilo, sencillo y cálido, se adapta muy ajustadamente al marcado carácter intimista de la narración, expresando afectos y pasiones con el mismo tono moderado. La conducta de los adultos, inmoral en los aspectos ya expuestos, se trata sin enjuiciarla ni describirla, pero con claras referencias al daño causado a terceros, como muestra práctica de lo erróneo de ella.

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