ADIÓS, SHANGHAI

El relato combina la información histórica y los entresijos políticos del momento con las historias personales de varios judíos alemanes que lograron huir de la persecución nazi: una bella mujer que logra a través de amigos un buen puesto cerca del consulado alemán; un violinista cuya esposa, no judía, emigra con él; un rabino que organiza la sinagoga en un semiderruido templo budista. Se cuenta cómo salen de Alemania o de París y sobreviven en un barrio superpoblado, sucio y mísero de Shanghai, única ciudad que les permitió la entrada en los inicios de la Segunda Guerra Mundial.
El autor vivió la Segunda Guerra Mundial, por lo que su novela tiene mucho de documento histórico, en el que ahonda en los intereses políticos y en las causas históricas de que ningún país europeo ni americano acogiera a los judíos que huían de los nazis. Los entresijos del espionaje cruzado entre las distintas potencias y el cambio producido por el ataque a Pearl Harbour son momentos interesantes por la original interpretación que les da el autor. La novela tiene la verosimilitud histórica y la emoción humana de las vidas de distintas personas que confluyen en la ciudad y se prestan ayuda. Su ritmo es bueno, la lectura se hace fluida, y el relato de cómo los personajes mantienen la dignidad a pesar de las condiciones de absoluta falta de espacio, higiene, alimentos, intimidad, resulta alentador.

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