- Editorial: ALFAGUARA
- Año de edición: 2013
- Materia: Narrativa contemporánea
- ISBN: 978-84-204-1551-2
- Páginas: 280
- Encuadernación: Rústica
- Colección: < Genérica >
- Idioma: Español
18,90 €
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La novela aborda el tema de los múltiples negocios turbios y tramas financieras fraudulentas que han caracterizado el panorama empresarial español en las últimas décadas del siglo XX y la primera del XXI.
Un escritor que atraviesa un mal momento creativo, recibe la oferta de dar forma literaria a la vida de un famoso hombre de negocios que ha acabado en la cárcel. El trabajo, muy bien pagado, se lo propone la secretaria particular del presunto delincuente quien, al parecer, lo ha elegido al leer una entrevista que le hicieron en la prensa con anterioridad. El argumento se centra en el proceso de información del autor sobre la vida privada y la trayectoria profesional del financiero y la redacción de los primeros capítulos de la novela. La acción transcurre al hilo de las conversaciones mantenidas por el escritor con varias personas relacionadas con la vida de su patrocinador: su fiel secretaria, su madre, la ex mujer y una amante de la que conserva cierta amistad, al margen de sus intermitentes relaciones carnales. La historia del escritor se entrelaza con la vida del inspirador de la proyectada novela, para reflejar, desde diversos ángulos de visión, un panorama social que no es precisamente luminoso. B. Prado (Madrid, 1961) ha perfilado un personaje que reúne rasgos, fácilmente identificables, de algunos nombres bien conocidos por sus escándalos en el ámbito económico. En torno a él ha escrito una novela que tiene poco de ficción, salvo detalles secundarios, y que se desarrolla de forma premiosa y poco imaginativa, más propia de una crónica que de una creación literaria. A pesar de las abundantes menciones de escritores clásicos, la obra ofrece escaso relieve estético, lastrada por intenciones de denuncia social, expuestas desde un enfoque ideológico de signo izquierdista. La crítica hacia la dictadura del dinero y el individualismo cobra un acento ético que no se extiende a otros ámbitos de las costumbres y que excluye la creencia en Dios como último referente moral.
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