AL NORTE LA MONTAÑA, AL SUR EL LAGO, AL OESTE EL CAMINO, AL ESTE EL RÍO

El nieto del príncipe Genji llega en tren a una parada de Kioto, en un lugar cercano a un monasterio extraño y prodigioso, vacío y misterioso, que alberga un Buda singular. El relato describe minuciosamente los pasos del nieto -del cual nunca se menciona el nombre- hasta encontrar el monasterio, sus sensaciones, la interesante arquitectura, la elaboración de ésta, etc., y su vuelta al tren. En ese recorrido no se encuentra con otras personas y no hay, por tanto, diálogo alguno. El tono oriental y la voz del narrador omnisciente se unen a una sutil ironía que hay que descubrir con paciencia. Las descripciones son minuciosas y la ausencia de puntos que separen las ideas hace que la lectura sea como un torrente en que se agolpan las ideas y multitud de detalles sobre la magnitud, serenidad y grandiosidad de la edificación. Eso crea un contraste entre el vacío del monasterio, la magnificencia que éste desea trasmitir, la sensibilidad budista, que hacen la lectura un tanto difícil. Se incluyen referencias a situaciones extrañas que no se solucionan. Parece que el autor comienza con un elogio al budismo, que transforma en una crítica sutil desde sus mismos elementos.

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