ALGO EN LO QUE CREER

Ambientada como las dos novelas anteriores del autor en Wisconsin, en el Medio Oeste norteamericano, en una pequeña localidad rural, Redford, Algo en lo que creer demuestra la capacidad del autor para centrar la atención en pequeños grupos familiares y en las relaciones que se establecen entre ellos, como ya hizo en Canciones de amor a quemarropa y El corazón de los hombres.
En esta ocasión, el autor pone el foco de atención en el matrimonio formado por Lyle y Peg. Aunque trabaja en un huerto cercano, Lyle ya está jubilado y su máxima ilusión es estar con su nieto Isaac, de cinco años, que acaba de instalarse en casa con su madre Shiloh, que ha regresado al hogar tras años de una vida independiente y alejada de sus padres. Mientras que la relación con su nieto solo les depara a Lyle y Peg alegrías, los dos están preocupados por el comportamiento de Shiloh, que ha tenido una radical conversión religiosa y pertenece ahora a una comunidad evangélica de un pueblo cercano, Le Cross, donde tiene pensado instalarse y continuar una relación sentimental con Steven, el pastor evangélico de la CLC (Coulee Lands Covenante), el nombre de su iglesia.
Lyle se convierte poco a poco en el protagonista de la novela, pues no ve con buenos ojos ni la conversión religiosa de su hija, ni su relación con Steven, ni tampoco la separación de su nieto. Aunque él y su mujer hacen todo lo posible por mantener una estrecha relación con Steven, Shiloh y su nieto, la hija parece empeñada en romper amarras y entregarse a una religión que exige a sus feligreses unos comportamientos drásticos e irracionales, que Shiloh asume con naturalidad y dejan perplejo a Lyle y Peg.
Pero Lyle no se da por vencido y hace todo lo posible por recuperar la relación con su nieto y, a la vez, rescatar a su hija de una enfermiza actitud ante la vida.
Lo mejor de la novela es el punto de vista adoptado (ver todo a través de un personaje magnifico, Lyle) y la recreación de la vida en la minúscula localidad de Redford: sus vecinos, el pastor, las compras, los encargos, las visitas… Troa.

TROA