ALGUIEN HELÓ TUS LABIOS

Alguien heló tus labios narra cómo desde la perspectiva de 1814, en una España recién salida de la invasión napoleónica, dos miembros ficticios de la nobleza, la condesa María Teresa Ruiz de Urbina, viuda de Montemayor y su antiguo enamorado, el marqués de Armilla, recuerdan los sufrimientos de la reciente guerra. Los dos imaginarios aristócratas, comentan la paradoja de un país que ha defendido sus libertades frente al extranjero para caer en el régimen absolutista del rey Fernando VII.
En largas conversaciones, celebradas en los salones del palacio de la condesa, repasan desde los acontecimientos del presente las razones de la decadencia del Imperio que se confirma desde los últimos años de un Felipe II enfermo y anciano, hasta la muerte sin sucesor (1700) del rey Carlos II. La condesa recupera y ofrece a su amigo crónicas y memorias escritas por sus antepasados, que se supone vivieron de cerca en las Cortes de los monarcas los menudos y grandes acontecimientos de aquellos agitados siglos. El fracaso de la Gran Armada contra Inglaterra, la rebelión de los Países Bajos, las dramáticas aventuras de la Princesa de Éboli y del secretario Antonio Pérez, quedan reflejados en las anotaciones familiares custodiadas en los archivos que ahora, doña María Teresa, muestra a su amigo el marqués. Los Alumbrados y la Inquisición, los validos Olivares y Lerma, las intrigas en la Corte de Madrid y las maniobras de los espías de las casas reales que se disputaban el trono de los Austrias, son los diversos episodios descritos que se enmarcan en los ambientes, nobles o plebeyos, de una sociedad empobrecida y triste. Los comentarios de doña María Teresa cumplen la misión de enlazar los hechos narrados y completar la exposición a base de aclaraciones y supuestas cartas cruzadas entre las figuras más relevantes de la historia, desde reyes y validos a inquisidores y cardenales. En su novela, el catedrático de historia Fernando García de Cortázar (Bilbao, 1942) utiliza en los distintos pasajes el idioma propio de cada época, tanto en los escritos fechados en el siglo XVI como en las variantes referidas a los siguientes, XVII y XVIII. Sin ocultar los errores, defectos, odios y crueldades que caracterizaron el acontecer histórico de nuestro país, se observa en el fondo el sentimiento de comprensión y afecto hacia los hombres y mujeres que forjaron, para bien o para mal, la historia común de España.

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