ANOXIA

Dolores Ayala es propietaria de un viejo estudio fotográfico que se ha quedado sin clientes y diez años después de la trágica muerte de su marido recibe un encargo insólito: fotografiar a un difunto en un tanatorio. Así conoce a Clemente Artés, un excéntrico anciano obsesionado con recuperar por todos los medios la antigua tradición de fotografiar a los muertos. De su mano, Dolores se adentrará en esa práctica olvidada, la fotografía post mortem, que funciona como un espejo con memoria. Aprendemos con ella el tiempo lento del daguerrotipo. Clemente es un personaje esquivo e intuimos que detrás de su respeto a los muertos, a los que trata con un ritual casi litúrgico, esconde algo trágico y oscuro. En el laboratorio olemos la química de bromo y yodo, seguimos el proceso de artesanía al preparar las placas, tomar las fotos y revelarlas. El autor recrea de forma muy viva el pueblo murciano y las relaciones de Dolores con su hijo Iván, su cuñada Teresa, con Alfonso, director del Archivo fotográfico de la región. A través de encuentros cotidianos vamos descubriendo amores y desencuentros. Parece que todo se desmorona y es gris, pero Dolores logra captar con una mirada valiente, cercana y en cierto modo amante todo lo que nos rodea antes de que se vaya. Y la fotografía resultante deja un regusto de lograda paz.
Ya solo el primer capítulo podría ser un relato breve completo por su clímax, trama y personajes. En toda la novela se respira un ritmo de intriga y se puede leer como un thriller con esencias de arte, memoria y amor. Resalta la descripción del ambiente duro y familiar del pueblo costero, al que Miguel Ángel rinde un merecido homenaje. Sus páginas contienen también algo de ensayo ya que el fotógrafo posee una mirada compleja que piensa y hace pensar.
Destacamos la crítica de Manuel Vilas: “Anoxia es una apasionante historia sobre la fotografía, sobre los límites entre la vida y la muerte, sobre el misterio de capturar la muerte en una imagen, en un retrato, en un daguerrotipo. Miguel Ángel Hernández usa el mundo de la fotografía para comprender y explorar las dimensiones de la vida y de la muerte. Una novela maravillosa, inquietante, perturbadora, mágica”.

TROA