APRENDIZ DE GUARDIÁN 2: EL PUENTE EN LLAMAS

El puente en llamas es la segunda entrega de la saga “Aprendiz de guardián” escrita por el australiano John Flanagan, especialista en literatura fantástica. Después de un tiempo como aprendiz de guardián bajo la tutela de Halt, uno de los más emblemáticos guardianes del Reino de Araluen, a Will, un chaval de quince años, se le asignará el encargo de acompañar junto con un aprendiz de guerrero, a Gilan, otro guardián con mayor experiencia, en su misión de transmitir un mensaje al rey de Celtia, aliado del Reino de Araluen en su guerra contra el malvado Morgarath. En el camino se sucederán una serie de hechos que harán que Will tenga que poner en práctica todo lo aprendido con su maestro, además de estrechar su amistad con Horace, el otro aprendiz, y conocer a la misteriosa Evanlyn, una chica joven que huye de los malvados wargals, esbirros de Morgarath. Los planes de este último no son lo que parecen a simple vista y de Will y sus amigos dependerá la supervivencia de Araluen.
John Flanagan ofrece a los lectores una saga de literatura fantástica dirigida a un público más infantil que juvenil. La trama de la obra es sencilla y previsible pero el cuerpo de guardianes produce cierta fascinación heredada de un arquetipo inspirado en los elfos de las obras de Tolkien, especialistas en el uso del arco y expertos en camuflaje. También los temidos Wargals evocan de algún modo a los espeluznantes orcos de El Señor de los anillos. Siendo un adolescente, el protagonista tomará decisiones valientes en momentos de tensión pero sabrá escuchar también a sus compañeros de viaje. Por otro lado, la profundidad y el tratamiento de los personajes resultan excesivamente básicos y a veces resulta exagerada la familiaridad que se da entre algunos de los personajes como en el caso de Halt, temido y misterioso guardián, con Alyss, una joven aprendiza de diplomática que se dirige a él sin el respeto que el tono de la obra reclamaría para el personaje. A pesar de ser una novela sin pretensiones literarias adolece en algunos momentos de la calidad narrativa que se debe exigir a cualquier libro aunque esté dirigido a un público infantil.

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