BAJO EL ÁRBOL DE LOS TORAYA

Los Toraya, un pueblo que vive en las islas Célebes, practican un curioso rito funerario dedicado a los cuerpos de los niños fallecidos durante los primeros meses de vida. En el tronco de un árbol excavan un espacio en cuyo interior se introduce el cuerpo del bebé, envuelto en una sábana y después el agujero se cierra con un entramado de ramas y tela de modo que, lentamente, la madera del árbol vuelva a cerrarse. Con tan simbólica explicación inicial, Philippe Claudel (Lorena, 1962) desarrolla la trama de esta novela intimista cuya temática gira en torno a la muerte y la vida. El narrador y protagonista asiste desolado al progresivo deterioro físico de un amigo muy cercano, diagnosticado de cáncer, que tras haber vencido inicialmente el tumor localizado en sus pulmones de fumador empedernido, no ha logrado superar una metástasis ósea. En este hecho se centran las reflexiones autobiográficas que el protagonista expresa en primera persona. Los recuerdos de su trato con el amigo perdido, la relación con su exmujer y con una vecina mucho más joven que él, así como el ejercicio de su profesión de guionista y realizador cinematográfico, se contemplan siempre desde la perspectiva del final que lleva implícito todo aquello, personas o circunstancias, que surge en un momento dado, crece y progresa para llegar después a un final irremisible. El dolor que la muerte produce, va unido de forma paradójica al amor a la vida y a los vivos, en un juego de contrastes ante el cual el ser humano se siente desconcertado e impotente. La obra, escrita con estilo poético, impregnado de melancolía, pone de manifiesto la capacidad del autor para transmitir una amplia y rica gama de sentimientos con palabras precisas, y una adjetivación cuidadosamente matizada. La acción externa se desarrolla a base de capítulos breves, de trazado esquemático, donde se esbozan situaciones y personajes con rasgos escuetos, en función de su influencia, positiva o negativa, en el equilibrio emocional y afectivo del protagonista. La sensación de levedad existencial que invade muchas páginas, contrasta con el desenlace, donde la noticia de que su amante está embarazada supone para el protagonista una nueva razón para vivir, una compensación de pasadas pérdidas que se abren ante un horizonte esperanzador. A pesar de esta posibilidad de un futuro más risueño, el contenido de fondo de la trama no logra superar un sentido estrictamente materialista de la persona que considera la muerte como final definitivo de la vida y que identifica amor y sexo en la relación de pareja.

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