La casa donde vive Billy se encuentra situada cerca de un denso bosque que su madre le había prohibido explorar porque afirmaba que estaba infestado de bestias salvajes y sanguinarias. Sin embargo, esta prohibición en lugar de asustarle se lo había hecho más atractivo, además de pensar que su madre se había inventado la historia para que no saliera de su jardín y así tenerlo siempre más controlado. Al cabo de días de mirar por la ventana, Billy aprovecha que su madre está ocupada, se escapa y se adentra en el bosque. Enseguida empieza a oír ruidos siniestros y amenazantes, se asusta y corre sin saber a dónde, lamentando ya su desobediencia. Para huir de sus supuestos perseguidores se sube a un gran árbol y descubre con asombro que en sus ramas hay numerosas ventanas diminutas, cerradas con las consiguientes contraventanas. Una de ellas se abre y aparece en ella la carita de un anciano que le explica que el árbol donde están es uno de los muchos habitado por los Mimpins, diminutos seres humanos que visten ropajes antiguos y disponen de confortables viviendas, cuidadosamente amuebladas. Su vida está muy bien organizada pero no pueden bajar del árbol y pisar el suelo por miedo a una de las fieras del bosque, el regüeldallamas que arrasa con fuego todo lo que encuentra a su paso. Billy se compromete a eliminarle si a cambio, le dicen cómo salir después del bosque y regresar a casa. La peligrosa aventura de aquel niño soñador y desobediente pero también capaz de enmendar sus errores con valor y decisión, está contada con una mezcla de fantasía y humor que produce un efecto muy estimulante para la imaginación del lector. La indiscutible maestría narrativa del autor, la poética sencillez de su estilo y las ilustraciones de Quentin Blake forman un conjunto de irresistible atractivo para el público infantil al que el libro va dirigido.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa
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