BOTAS DE LLUVIA SUECAS

La antigua mansión familiar situada en un islote solitario de la costa de Suecia arde súbitamente a medianoche, sin causa que lo justifica. Su único habitante, el médico jubilado Fredrik Welin, que ya protagonizó con anterioridad otra novela del mismo autor titulada “Zapatos italianos”, logra escapar en el último momento vestido sólo con un pijama y unas botas de agua, las dos del mismo pie.
Desde el exterior, contempla impotente la pérdida del patrimonio heredado además de sus pertenencias, muebles, ropa y recuerdos de su vida anterior. Los esfuerzos de la guardia costera y de los vecinos de islas próximas no logran detener el desastre. Pasadas unas horas se limitan a mostrar sus condolencias y abandonar después al atribulado Fredrik para regresar a sus respectivos hogares. Henning Mankell (Estocolmo,1948-2015), autor de la famosa serie protagonizada por el inspector Walander, escribió Botas de lluvia suecas durante los meses de tratamiento contra el cáncer que le ocasionó la muerte poco antes de su publicación.
Un cierto clima de tristeza envuelve al protagonista que ante las desgracias que le suceden reflexiona sobre el sentido de la vida y el egoísmo y la falta de solidaridad de las personas que le rodean. Además, sobre él recaen las sospechas de la policía que, al no encontrar las causas naturales del siniestro le consideran responsable de haber provocado el incendio para cobrar la póliza del seguro a todo riesgo y construir una vivienda más cómoda y segura. Sin embargo, al producirse nuevos incendios con las mismas características del suyo en islas cercanas, resulta evidente la inocencia de Fredrik para desconcierto de la policía y alarma de los vecinos que temen nuevos atentados del pirómano en libertad. Mankell, buen conocedor de los recursos del género de intriga, mantiene hasta el final oculta la identidad del incendiario. Destacan por su realismo las descripciones de paisajes pintorescos y ambientes de la Suecia marítima, cuyos pobladores se resisten a abandonar sus tierras. A pesar de la dureza del clima y la falta de comunicaciones con el exterior, prefieren disfrutar de la soledad y la calma lejos del fragor de las grandes ciudades a las que solo viajan en casos de catástrofe o enfermedad grave. Aunque a lo largo del relato se desprende una cierta melancolía teñida de pesimismo existencial, los episodios finales abren horizontes de esperanza que reconcilian al doctor Fredrik con el destino y le hacen olvidar las desgracias pasadas.

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