CARLOS V

Estudio de investigación centrado en la biografía del Emperador Carlos I de España y V de Alemania (Gante 1500-Yuste, 1558), considerado como una de las figuras más destacadas de la historia de Europa del siglo XVI.
El académico y catedrático de Historia Medieval y del Renacimiento Luis Suárez Fernández (Gijón, 1924), premio Nacional de Historia, en 2001, se refiere a los trabajos recientes de los expertos sobre el Emperador para extraer de ellos los motivos que impulsaron sus decisiones. El autor, con estilo ágil, sencillo y ameno, ha tratado de aportar datos que permitan abarcar la compleja realidad política, social y religiosa de la Europa Renacentista. Dentro de ese agitado marco, reyes, príncipes y nobles se disputan con tenacidad el dominio de los respectivos territorios encomendados a su custodia. Las tensiones surgen debido a la acumulación de poder sobre la persona de Carlos V, quien uniría a los títulos heredados de la Casa de Habsburgo los reinos unificados de España, las posesiones en Italia y las recién conquistadas en el Nuevo Continente. Circunstancias que alarmaron a otras potencias europeas que, como Francia, Inglaterra, los Países Bajos y los principados alemanes se mostraban recelosos de la abrumadora superioridad del entonces joven Carlos V. Coronado Emperador del Sacro Romano Imperio Germánico por el Papa Clemente VII (1530) se erigió en brazo armado de la cristiandad por sus victoriosas campañas en el norte de África, además de frenar los avances del imperio turco en el Mediterráneo Occidental. La obra analiza los hechos y establece relaciones entre las fuerzas determinantes que hubo de afrontar Carlos V en sus tareas de gobierno. Sobre sus hombros recayó la adopción de graves decisiones, no solo para resolver conflictos internos, en España o en América, sino también por la difícil situación creada en el centro de Europa por la Reforma de Martín Lutero. Su ruptura con Roma provocó una grave crisis religiosa, que los príncipes rebeldes alemanes aprovecharon para romper sus acuerdos con el Emperador. Angustiado y prematuramente envejecido se retiró al monasterio extremeño de Yuste donde fallecería en 1558.

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