CLAVES DE LA UNIVERSIDAD Y DEL PROFESOR UNIVERSITARIO

Si algún filósofo español fue universitario por excelencia, ese, sin lugar a dudas, es Leonardo Polo (1926-2013), cuya trayectoria intelectual está indisolublemente ligada a la Universidad de Navarra. Polo fue profesor de la misma desde 1956, hasta poco antes de su muerte, e impartió en ella diferentes materias, en distintas facultades. Como se desprende del estudio introductorio, a cargo de Silvia Carolina Martino, a pesar de que pudo optar a otras plazas, Polo decidió quedarse en Navarra, donde potenció la Facultad de Filosofía y esbozó una filosofía sistemática, haciendo realidad esa vocación investigadora que, a su juicio, caracteriza al profesor universitario.
Este breve libro está formado por cuatro conferencias que versan sobre el profesorado, sobre la función de la universidad, sobre su crisis y, la última, sobre la Universidad de Navarra. Se trata de textos poco pulidos literariamente y en los que predomina el tono oral. Sin embargo, en ellos aparece Polo en su plenitud de pensador creativo, capaz de repensar diversas problemáticas y, sobre todo, de abrir horizontes y perspectivas. No son, pues, conferencias eruditas, sino fogonazos de pensar que ayudarán al lector a profundizar sobre las diversas dimensiones de la universidad, su papel en el conjunto de la sociedad y su naturaleza.
Lo primero que destaca Polo es que la universidad no es el último nivel de enseñanza, una etapa más, es decir, no es una mera continuación de la enseñanza secundaria. Frente a ella, la universidad debe suponer una completa ruptura. En este sentido, explica que el principal producto de la universidad, y el criterio que debemos tener en cuenta a la hora de juzgar la institución, es el saber superior. Por saber superior entiende el nivel de conocimientos y profundidad alcanzado en un momento determinado por una determinada rama o materia. Es, pues, un tipo de saber concreto, un saber de calidad, lo que define la misión de esta institución característica de Occidente.
A partir de esta consideración, Polo afirma que el profesor es el principal responsable de la vida académica. Insiste en que el objetivo del profesorado universitario es saber y profundizar, “saber y estudiar mucho”. Si falla esta pieza, sostiene, la institución universitaria no puede alcanzar sus objetivos. En este sentido, y relacionado con el profesorado, es indispensable que la universidad cuenta con editoriales y revistas, porque el saber que producen sus profesores debe transmitirse, ya que es público.
Si la universidad no logra producir saber superior, fracasa y se convierte en una mera continuación del colegio. Precisamente es la dimensión investigadora lo que debe alimentar la enseñanza universitaria. Es ahí donde aparece la importancia formativa de la verdad en el alumnado. La universidad se despliega, afirma Polo, en tres dimensiones: la investigación, la transmisión y, por último, la contribución a la sociedad.
Lo asombroso es que un filósofo tan especulativo sea tan realista y capaz de afirmar que la universidad es importante, insustituible, desde un punto de vista social porque, sin el saber que proporciona la universidad, “la sociedad se desintegra”.
Por último, ante la crisis de la universidad y, en concreto, de las humanidades, Polo cree que la solución es que los centros académicos recuperen su vocación integradora. Para él, es importante, por un lado, explicar el rendimiento social de las humanidades y su relevancia para la “humanización práctica de la cultura” y, por otro, apostar por la interdisciplinariedad.
Se trata de un libro imprescindible para profesores universitarios y personal de centros académicos, así como para educadores en general. Asimismo, sería recomendable para alumnos de enseñanza superior.

Jose María Carabante