CRÍMENES DUPLICADOS

Nuevo episodio de la serie protagonizada por el excéntrico
Sebastian Bergman, psicólogo criminalista colaborador de la Brigada de Homicidios de Estocolmo, que ha sido apartado del servicio activo por su carácter individualista y rebelde a las órdenes de los mandos superiores.
Sin embargo, en el pasado, Sebastian había prestado a la policía relevantes servicios, como la detención del maníaco asesino de mujeres Edward Hinde condenado a cadena perpetua en una cárcel de alta seguridad del Estado. El problema surge cuando, de nuevo, varias mujeres aparecen asesinadas con los mismos rasgos y señales que el carnicero Hinde practicaba a sus víctimas antes de ser recluido en una prisión de alta seguridad. Teniendo en cuenta las extrañas circunstancias del caso, los compañeros de Sebastian le encargan entrevistar al preso para asegurarse de que en ningún momento tuvo ocasión de abandonar su celda. Realizada la misión, el psicólogo concluye que Hinde se sirve de un ejecutor externo que sigue escrupulosamente sus instrucciones y utiliza los mismos métodos del que llama su “maestro” al que imita incluso en el modo de burlar a la policía. Desde ese momento la acción se convierte en un desafío personal entre la malvada astucia del presidiario y la sagacidad de Sebastian quien debido a su mal genio y falta de disciplina no recibe de sus colegas la ayuda necesaria. El reto se mantiene a lo largo de la trama al aparecer nuevas víctimas, todas ellas mujeres que en el pasado habían mantenido relaciones amorosas con el atractivo psicólogo. Los novelistas y guionistas suecos de series televisivas Michael Hjorth (n.1963) y Hans Rosenfeldt (n.1964) combinan el acertado manejo de las técnicas narrativas propias del género negro con la plasticidad que recuerda las imágenes cinematográficas en los episodios de acción. Delincuentes y policías se ven envueltos en una lucha que se libra con las armas sin dar cuartel al enemigo y al margen de consideraciones humanas. La intriga se desarrolla dentro de un clima de máxima tensión que los dos protagonistas, el psicólogo y el asesino, mantienen a lo largo del relato, cuyo desenlace no aparece resuelto de forma satisfactoria. Del inacabado final se deduce que el problema personal de Sebastian no quedará aclarado hasta el próximo título de la serie. Ciertas descripciones sobre las aberraciones sexuales que padeció en su infancia Edward Hinde pueden afectar negativamente la sensibilidad del lector.

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