CUANDO LOS PÁJAROS CAEN

Rebecca West, pseudónimo de Cecily Isabel Fairfield (1892-1983) escritora inglesa cuya obra más conocida es El regreso del soldado, dedica su novela titulada Cuando los pájaros caen, publicada en 1966, a narrar los últimos días de un conde ruso que, después de haber sido ministro, cayó en desgracia ante el Zar y se vio forzado al exilio en París a causa de sus ideas ultraconservadoras.
Su nieta Laura, acompañada de su madre, hija del conde, casada con un político inglés, acuden a visitarle y durante su estancia allí, el anciano enferma mientras viaja en tren con su nieta por el norte de Francia, se ve obligado a bajarse en la primera parada donde el tren tiene previsto detenerse y poco después muere. La acción se centra en los personajes que en ese breve lapso de tiempo se han relacionado con el difunto y que a su vez están vinculados por actividades secretas de carácter revolucionario contra la monarquía zarista. La trama, ambientada en los primeros años del siglo XX, gira en torno a las figuras del conde y de su nieta inglesa y se desarrolla a partir de las conversaciones que uno y otro, juntos o separados, mantienen con tres personajes rusos. El primero de ellos, Kamensky, ingeniero de profesión, es el fiel ayudante del conde; el segundo, Gorin, encarna a un misterioso activista que usa varios nombres y el tercero, Chubinov, hijo de un abogado amigo del conde, se muestra partidario de la revolución pero dentro de un orden de ideas y es, además, un agente doble. Tanto en París, donde la abuela condesa se encuentra muy delicada de salud, como después en el tren la adolescente Laura aprende, mientras escucha las animadas conversaciones de sus interlocutores, una serie de inesperadas lecciones sobre espionaje internacional, movimientos subversivos clandestinos, traiciones y asesinatos. Reflexiones políticas, intrigas y terrorismo forman un conglomerado temático que, si por un lado aporta un fondo de oscuridad en los últimos momentos del conde, por otro, ilumina la mente de su nieta al descubrirle aspectos del mundo de los adultos cuya existencia no sospechaba. La autora, feminista y liberal de izquierdas, refleja el turbio entramado de los orígenes del bolchevismo que precedieron al comunismo de los soviets desde una perspectiva que no presupone ninguna crítica, en tanto que aún no era más que un proyecto, sino con una actitud esperanzada, ante la situación de las clases sociales más desfavorecidas durante el reinado de Nicolás II. Bien escrita pero de desarrollo lento y complejo, con escasas concesiones a la imaginación y abundante carga ideológica, la novela tiene más de inspiración en hechos reales que de elaboración fantástica. El contraste entre el pasado de desigual distribución de poder y riqueza que encarna el agonizante conde y el futuro más justo que parece abrirse ante su nieta y que la decide a dejar Inglaterra para instalarse en Rusia, responde a un propósito ejemplarizante que al paso de los años, si bien mantiene cierto valor testimonial, ha perdido capacidad de persuasión.

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