CUENTAS PENDIENTES

Original ensayo sobre libros y lectores gracias a su planteamiento, ya apuntado en el subtítulo del libro: reflexiones tras una segunda lectura. La autora relee las obras que la marcaron en su juventud con la intuición de descubrir una experiencia nueva de la obra y, ante todo, constatar cómo ha ido cambiando ella misma. Hay nueve entradas sobre otros tantos títulos que le impresionaron en su momento. Entre otros, Hijos y amantes de D. H. Lawrence, El obstáculo de Colette o El amante de Marguerite Duras, el descubrimiento de Natalia Ginzburg o Doris Lessing y la compleja realidad.
Este libro de memorias y crítica literaria, es una mezcla en la que, enseguida lo advierte el lector, la autora se encuentra cómoda. Ha experimentado que la relación libro-lector no es unívoca y, a modo de aviso para navegantes, destaca dos experiencias: el estado de ánimo del lector, su receptividad en el momento de la lectura, es el que acaba dando sentido y valor al libro. Y, hay libros que exigen un lector formado, solo la experiencia vital capacita para captar el sentido último del texto.
Se agradece la originalidad del enfoque, esta manera literaria de ir dando cuenta de cómo ha ido conformando su visión del mundo. Las “cuentas pendientes” no se refieren solo al juicio estético que le merecen las obras vueltas a leer y a repensar, sino que, y aquí radica la originalidad del planteamiento, Gornick ajusta cuentas consigo misma a partir de autores, lecturas y personajes, fundamentalmente mujeres, que la marcaron.
En los libros descubrió el feminismo que enarbolará toda su vida. También la relación afectiva reducida a atracción sexual: dominio y posesión, pero nunca como amor, palabra esta maldita, como la de matrimonio: fuente de humillación y dolor para la mujer. La actitud correcta es blindarse frente a las relaciones interpersonales y evitar el compromiso. Late en todo el ensayo un individualismo consciente y buscado, que deja una amarga sensación de soledad más que de triunfo.

TROA