DE NOCHE, BAJO EL PUENTE DE PIEDRA

Novela ambientada en Praga durante el reinado de Rodolfo II de Habsburgo, (1552-1612) rey de Bohemia y emperador del Sacro Imperio Romano Germánico desde 1576. El monarca, su mayordomo mayor, el rico comerciante judío que le soluciona sus constantes apuros económicos, el rabino principal de la ciudad, y el bufón de la Corte protagonizan una historia que al final se descubre contada al narrador por un estudiante de medicina contemporáneo que es su preceptor. Leo Perutz, (Praga 1882-Bad Ischl 1957) judío sefardí de origen toledano cuyos antepasados se apellidaron Pérez, publicó esta, considerada como su obra maestra, en 1953.
La acción, planteada de forma original, parece al comienzo, una sucesión de catorce narraciones breves y un epílogo, independientes entra sí, aunque ambientadas en los mismos tiempos y lugares. Poco a poco se percibe, sin embargo, un hilo argumental único y consistente, que gira en torno al palacio imperial por un extremo y a las callejuelas del barrio judío por otro, pasando bajo el emblemático puente Carlos, el más antiguo de la ciudad sobre las aguas del río Moldava. Hechos históricos y situaciones fantásticas, mágicas y de misterio se combinan para reflejar entre la realidad y la leyenda, la atmósfera de la ciudad de Rodolfo, el emperador educado por Felipe II de España, hermano de su madre, y aficionado a la alquimia, la astrología, los autómatas y la matemática y gran coleccionista de arte. Admirado por J.L. Borges e I. Calvino y maestro de A. Lernet-Holenia, Perutz muestra un completo dominio de una técnica narrativa polifacética, capaz de reflejar múltiples aspectos de la trama sin descomponer la unidad de sus elementos de base. Ensoñaciones amorosas de un monarca que nunca contrajo matrimonio, dirigidos a la bella consorte de su asesor financiero judío, duelos entre caballeros, intrigas de la Corte, conflictos políticos derivados de la infiltración del protestantismo calvinista en la católica Bohemia y escenas impregnadas de humor componen un fresco urbano lleno de viveza y color al que da forma un estilo de refinada sencillez y tono suavemente melancólico. Junto a las prácticas cabalísticas de los rabinos y los fallidos intentos de los alquimistas, la figura del astrónomo Kepler evoca el naciente progreso científico y la breve intervención en el desarrollo argumental de A. Wallenstein indica la cercanía de la Guerra de los Treinta Años. Su calidad estética y técnica y la riqueza de referencias culturales y humanas prestan a esta novela especial interés, aunque su lectura parece destinada a un público minoritario.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa