- Editorial: NÓRDICA
- Año de edición: 2020
- ISBN: 978-84-18067-17-4
- Páginas: 64
- Encuadernación: Rústica
- Colección: < Genérica >
- Idioma: Español
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Se cumple en 2020 el primer centenario del nacimiento del escritor vallisoletano Miguel Delibes, fallecido en su ciudad natal en 2010. Delibes es uno de los grandes escritores españoles de la segunda mitad del siglo XX y el paso del tiempo no ha hecho otra cosa que demostrar la vigencia de su literatura, muy centrada en la realidad humana y social de Castilla, con una especial atención a la vida de los pueblos, a sus habitantes más humildes, a sus costumbres y modos de vida y al empleo del lenguaje.
El escritor Jesús Marchamalo realiza en este libro, con unas agradables ilustraciones de Antonio Santos, una síntesis de su biografía. Toma como hilo conductor la pasión de Delibes por la bicicleta, como se puede comprobar en uno de sus mejores libros memorialísticos, Mi vida al aire libre. Marchamalo comienza el libro cuando Delibes tiene seis años y, en el verano, su padre le enseña a montar en bicicleta: ¡Mira siempre hacia delante, no mires a la rueda!. Miguel comienza los primeros tramos bien, a buen ritmo, pero luego le entró tal desasosiego que fue incapaz de parar. Tantas vueltas dio que se le pasó la hora de la comida y lo consiguió durante la siesta, frenando de manera brusca contra un seto. Desde entonces, la bicicleta su medio de transporte preferido: En bici iba al colegio y en bici iba a nadar al río, y en bici iba a jugar al fútbol todos los jueves, martes y sábados.
Miguel era el tercero de ocho hermanos. Su padre, don Adolfo, era abogado y fue catedrático de la Escuela de Comercio. Su madre, María del Milagro, se dedicó a cuidar de tan extensa prole. Los orígenes de la familia son un tanto exóticos, pues su abuelo, francés, se encontraba por cuestiones de trabajo en Cantabria y se enamoró de una joven de cerca de Reinosa, de Molledo-Portolín. Tras casarse, montaron en Valladolid una serrería. Siempre contó Delibes que de él, y de su padre, heredó el amor por la naturaleza y la exaltación de la vida al aire libre.
El libro avanza cronológicamente destacando los principales hitos de su vida: sus estudios, el noviazgo con María Ángeles de Castro (personaje fundamental en su vida), los paseos por el Campo Grande, las lecturas que compartieron, cómo ella le animó siempre a escribir
En el verano del 41, incluso recorrió en bicicleta la distancia que separaba el pueblo de Molledo-Portolín, donde veraneaba Miguel, de Sedano, donde estaba María Ángeles de vacaciones, recorrido que tras la muerte de Delibes realizan todos los veranos sus familiares, cien kilómetros que se convierten en una fiesta familiar y en un homenaje al escritor vallisoletano (como se puede ver en un programa de televisión dedicado recientemente a Miguel Delibes de la serie Imprescindibles), excursión en la que se recuerda aquel viaje del abuelo, cuando no era más que un joven enamorado, delgado y cantarín.
Cuando se casaron, Delibes ya era Catedrático de Derecho Mercantil en la Escuela de Comercio y trabajaba en el periódico El Norte de Castilla como dibujante (en ese periódico llegó a ser director). También empezó a escribir en serio y envió su primera novela al premio Nadal, a su cuarta convocatoria. Delibes obtuvo en 1948 el primer premio con su novela La sombra del ciprés es alargada, que escribió a mano, con una pluma estilográfica, en cuartillas de papel de periódico, áspero, barato, que le cortaban de los sobrantes de las bobinas de la rotativa. El libro se vendió bastante bien y fue el acicate para dedicarse a escribir, aunque como el número de hijos no paraba de crecer tuvo siete-, compaginó varios trabajos.
Marchamalo destaca también su constante afición a una Castilla que se convirtió en la espina dorsal de su literatura. Pero nada de lo que escribió fue impostado, pues Delibes se apoyaba en sus aficiones (la pesca, la caza) y en sus constantes observaciones de la vida del campo.
Fue escribe Marchamalo- el escritor más leído de su tiempo, el más vendido y traducido, el más representado. Fue también Académico de la Lengua. Pero en su vida hay un antes y un después tras el fallecimiento de su mujer, Ángela, con solo 50 años, en 1974. Aunque siguió escribiendo, nada fue igual. Pasó los últimos años dando largos paseos, alto y desmadrado, por Campo Grande, con bastón y visera.
TROA
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