DESPEDIDA QUE NO CESA

Novela corta de carácter autobiográfico donde Wolfgang Hermann, traductor, profesor y escritor austríaco nacido en 1961, narra su dolor por la muerte de Fabius, su único hijo. Una dolencia que parecía leve le obligó a guardar cama y a la mañana siguiente su padre, extrañado al no oírle, se acercó a su habitación y lo encontró ya cadáver.
La obra, cuya edición original en alemán apareció en 2012, refleja los sentimientos de pérdida del autor al llorar la ausencia del hijo adolescente con el que llevaba poco tiempo conviviendo. Nacido de una relación inmadura de juventud, Fabius creció junto a su madre, separada del padre pocos meses después de dar a luz. Las visitas ocasionales de Hermann no lograron afianzar la relación paterno-filial entre ellos hasta que la madre pidió ayuda a su antigua pareja para enderezar la conducta del chico, que se había mostrado un tanto rebelde y airada después de dejar atrás la niñez. La relación con el padre pareció suavizar sus protestas juveniles y mejorar las actitudes de ambos. La muerte inesperada del hijo puso fin a algo que apenas había empezado a brotar y deja al padre en un estado de absoluta parálisis mental que le lleva incluso a sufrir un grave episodio cardíaco. La llegada y el constante apoyo de la madre supone un gran consuelo que abre la posibilidad de restablecer la relación con la mujer que el autor considera como el único gran amor de su vida. La trama se desarrolla como una elegía dedicada al hijo en la que se expresa un cierto reconocimiento de culpa del padre, por no haber cumplido su papel hasta poco antes de que se agotase el plazo que le había sido concedido para hacerlo. El estilo, poético y dolorido, pero formalmente sobrio, permite apreciar la hondura del sufrimiento sin necesidad de manifestaciones desgarradas de duelo. En un número de páginas relativamente reducido, el autor transmite una notable riqueza de matices de pesadumbre, desconcierto y nostalgia. Sin embargo, logra superar el bloqueo emocional de los primeros meses y poco a poco regresa a su vida habitual gracias a sus amigos, a los de Fabius y a la novia de éste que le visita con frecuencia. La voluntad de seguir adelante y el deseo de luchar por la supervivencia, son los recursos que le permiten regresar a un mundo que parecía olvidado y a tratar de hacer en él un hueco para recobrar la presencia de un amor junto al cual los días estarán más claros. Aunque no abundan las referencias explícitas de signo religioso, más allá de la celebración del funeral por Fabius, el autor, cuando su vida corre peligro, declara hallarse en manos de Dios.

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