- Editorial: PLAZA JANES
- Año de edición: 2017
- Materia: Novela biográfica
- ISBN: 978-84-01-34805-1
- Páginas: 576
- Encuadernación: Cartoné
- Colección: Obras Diversas
- Idioma: Español
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Biografía novelada de Elizabeth Rosanna Gilbert, nacida en el norte de Irlanda en 1821 y fallecida en Nueva York en los primeros días de 1861. Su fama se debe a haber llevado una vida de lujo desde que adoptó el pseudónimo de Lola Montes y declaró ser española y haber nacido en Sevilla. Tras unos inicios como bailarina pseudoflamenca, su carrera, donde contaba más su físico que sus dotes artísticas, llegó a convertirse en amante del rey Luis I de Baviera y a obtener de él un título nobiliario.
Hija de un alférez del ejército británico que murió en India cuando ella era muy pequeña, creció apoyada por el segundo marido de su madre, primero en su país natal y después en internados del Reino Unido. Ya adolescente, demostró poseer una notable y exótica belleza y una incontenible afición al lujo. Carente de recursos propios que derrochar, recurrió a los de los hombres ricos que caían rendidos ante sus atractivos, con el consiguiente escándalo de la buena sociedad de los distintos lugares donde actuaba. Después de dos años en Múnich como favorita real continuó su vida aventurera llegando incluso a actuar en Australia y luego en numerosas ciudades de los Estados Unidos. Su vida disipada y el paso del tiempo, limitaron su actividad y disminuyeron paulatinamente su capacidad de seducción hasta que arrepentida de sus muchos errores, repartió los restos de sus bienes y llevó una existencia retirada, buscando consuelo en la religión. La autora narra su historia ateniéndose a fuentes documentales de Europa y América, sin más concesiones a la ficción que algunos detalles ambientales y la introducción de pasajes dialogados para hacer más amena la lectura. Periodista de profesión, enfoca la obra como una crónica de época, vista desde la perspectiva de una mujer singular, muy inestable psíquicamente, ambiciosa, derrochadora y mentirosa compulsiva. Reconocer estos defectos y poner de manifiesto su libertinaje, no impide que demuestre cierta admiración por su fuerza de voluntad y su temperamento luchador, en un siglo que ofrecía a una mujer muy pocas posibilidades de desarrollarse.
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