EL ABUELO

Aleksandr Chudakov (1938-2005) filólogo y crítico literario, experto en la figura y la obra de Antón Chejov, fue profesor de Literatura Rusa en la Universidad de Moscú, ciudad donde murió a consecuencia de los daños cerebrales causados por unos matones callejeros que le golpearon hasta dejarle malherido. Después de una larga serie de publicaciones de carácter especializado, en 2000 apareció su novela “El Abuelo”, brillante y extenso relato cuya temática refleja la supervivencia del auténtico espíritu y de la cultura tradicional del pueblo ruso, bajo la dictadura del comunismo soviético. Nominada en 2001 al Premio Booker Ruso, obtuvo, en 2011, el Premio Booker Ruso de la década anterior.
La trama se centra en una familia lituana de origen aristocrático, deportada a Kazajistán durante la Primera Guerra Mundial. Al paso del tiempo el abuelo, nacido bajo la monarquía zarista, se esfuerza por trasmitir a sus sucesores los valores religiosos, históricos y morales en que fue educado. Antón, el nieto que desde la infancia más se había identificado con él, protagoniza el desarrollo argumental a lo largo del cual, alternando la primera y la tercera persona, evoca su relación con este imponente patriarca, ingeniero agrónomo de formación. La historia de los miembros de una familia que nunca fue comunista pero que logró sobrevivir a la represión del Régimen, permite al autor trazar un cuadro de época cuyo realismo costumbrista enlaza con lo mejor de la literatura rusa anterior a la revolución bolchevique. La ambientación, tan sobria como expresiva, enmarca unos personajes de gran profundidad humana, tanto los que ocupan los primeros planos narrativos como los que desempeñan posiciones secundarias. Desterrados o deportados, intelectuales o terratenientes, los amigos del abuelo son personalidades firmes, llenas de fuerza interior aunque hayan perdido apoyo social. En casa del abuelo, dentro de un entorno rural, la escasez propia de la economía estatalizada se suplían con ingenio gracias a los recursos del saber, tanto si se trataba de afilar una pluma de ave para escribir como de aprovechar el estiércol para calentarse. La calidad del estilo y cuidada elaboración de la trama, mantiene el interés a lo largo de una acción que se prolonga durante décadas y la riqueza de sentimientos mantiene el interés de esta excelente novela. Su contenido puede resumirse en los principios que el abuelo practicó durante su exilio interior en la URSS: no dejar espacio a la tristeza, no flaquear, aunque sobren motivos para hacerlo y no desfallecer nunca.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa