EL ARTE DEL SABER LIGERO

El entorno digital está matando la vida intelectual por un exceso de información. La afirmación resuena como un mantra en un número cada vez mayor de círculos académicos e intelectuales. Un dato: en un ya lejano 2012 el consumo de contenidos anuales del internauta estadounidense promedio equivalía a 20x1014 ejemplares de Guerra y paz. Ni el más exhaustivo trabajo de discriminación de la importancia de los contenidos podría enmascarar lo imposible de procesar un volumen de datos con quince ceros. Más abrumador que el dato resulta, empero, conocer que el problema es consustancial a la historia de la cultura.
Uno de los grandes logros del trabajo de Nueno estriba en su facilidad para presentar la influencia cíclica que la gestión de la información ha venido ejerciendo en la historia de la cultura europea. Milenios antes de nuestros algoritmos encontramos pensadores helenistas posicionándose contra la proliferación de las obras escritas por su pernicioso efecto para la memoria. Sólo la carestía de obras a lo largo de la Edad Media puso en valor la importancia del libro, creó en el imaginario colectivo la desdicha del incendio de Alejandría y dio origen al curioso oficio de rastreador de libros que hoy recrearíamos en nuestra mente con los rasgos propios del más afamado arqueólogo y aventurero de Hollywood. La llegada de la imprenta provocaría un cambio más profundo que la mera facilidad de acceso a la información, dando origen a la archivística y, siglos después, al resurgir de la fobia al texto escrito.
Quizás, en el fondo, el entorno digital no esté matando la vida intelectual, sino actualizando un problema estructural de la transmisión del conocimiento. Y, como en los ciclos anteriores, le corresponde a esta generación buscar soluciones que permitan discriminar lo valioso de lo superfluo para que nuestro desarrollo cultural siga su curso. Una búsqueda para la que la narración de Nueno, con su estilo accesible y divulgativo, ofrece una primera guía especialmente adecuada para educadores y lectores preocupados con la aparente pérdida de calidad de nuestros sistemas formativos.

TROA