EL ASESINO DEL ACANTILADO

Antonio Manzanera regresa con una novela negra, género en el que se mueve con soltura. En este caso sitúa su historia en Los Ángeles a lo largo de tres tramos temporales que discurren en 1984, 1989 y 1977. El asesino del acantilado se inicia cuando Charlie Moore, un detective privado abrumado de trabajo recibe la visita de Charlie Wilson, taxista de la cárcel de Olsdtock que se encarga de trasladar a los presos al ser puestos en libertad. El motivo es que uno de los ex convictos que está en el penal por haber robado tres millones de dólares, ha sido brutalmente asesinado el mismo día que ha salido de allí y no hay rastro del dinero. Por los indicios el detective sospecha que pueda tratarse de una víctima del llamado asesino del acantilado, un hombre despiadado que llevaba tiempo sin matar pero que nunca fue detenido. Tras este arranque el relato da un sorprendente giro hacia el pasado y traslada la acción a la cárcel de Oldstock, donde estaba el hombre asesinado para posteriormente conducir al lector más atrás aun -siete años antes- a la atmósfera de la mafia italiana en Estados Unidos donde unos jóvenes sin escrúpulos se inician en la extorsión y las prácticas criminales y donde tiene su origen el asesinato que investigará años mas tarde el detective Moore. La intriga se mantiene hasta el final en una novela en la que las apariencias engañan y no hay nada previsible.
Manzanera describe con verosimilitud todos los ambientes que aparecen en la trama: el carcelario, el mundo del espionaje y el de la mafia ya tratado en su anterior libro La suave superficie de la culata. La construcción narrativa, siempre en primera persona aunque con distintas voces y desde distintos puntos de vista, resulta muy original por el excelente dominio de los tiempos en sentido contrario a lo que es habitual de forma que el desenlace, aparentemente inexplicable que tiene lugar al principio, se entiende al final del relato. Con estilo muy visual y excelente ritmo construido a través de ágiles diálogos el autor se expresa con una prosa seca, muy adecuada a la historia contada y el recurso a una dosis moderada de violencia. Su lectura atrapa desde las primeras páginas.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa