EL BALCÓN EN INVIERNO

La obra reúne una serie de evocaciones de carácter autobiográfico, donde el autor rememora sus años de infancia y primera juventud, en la España de las décadas de 1950 y 1960. Como él mismo indica en el primer capítulo, su intención al escribir estas páginas es poner de manifiesto cómo la fantasía y el lenguaje fueron arraigando en su alma hasta derivar “hacia el derrotero de las patrañas novelescas”, según palabras textuales.
El entorno familiar, el cambio de vida desde el campo extremeño al barrio madrileño de Prosperidad, los traspiés del estudio del bachillerato y las primeras experiencias laborales tras la prematura muerte de su padre centran la temática de estos fragmentos de memorias. El fluir espontáneo de los recuerdos y ciertas afinidades ambientales o de circunstancias constituye el hilo conductor de las secuencias narrativas antes que el orden cronológico, sometido a continuos avances y retrocesos. En algún momento estas alteraciones desorientan al lector y parecen encerrar ciertos errores o incongruencias. Sin embargo poco a poco se percibe que se trata de un recurso gracias al cual se hace necesario leer con mayor interés y atención para descubrir, más adelante, que estos fallos aparentes tienen, en realidad, una explicación lógica que hasta entonces se había omitido deliberadamente. Las descripciones ambientales y el trazado humano de los personajes alcanzan un nivel de ternura y poesía que constituyen el elemento más atractivo y acertado del tratamiento narrativo de una historia hecha vida con imaginación y humor. El estilo, que pasa de la primera persona al diálogo, cuando el autor recuerda a su madre y figura que habla con ella, está bien elaborado dentro de un tono sencillo y amable que ameniza la confesión íntima con significativas anécdotas, siempre oportunas salvo en las contadas ocasiones en que se trata de la pérdida de la fe de quien fue educado en el colegio de una orden religiosa.

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