EL CID. HISTORIA Y MITO DE UN SEÑOR DE LA GUERRA

El éxito de la reciente novela de Arturo Pérez-Reverte, Sidi, coincide con la publicación de este importante estudio sobre un personaje histórico que suele aparecer mezclado con el mito y la leyenda. El autor, David Porrinas, ha dedicado “casi veinte an~os de trabajo, de estudio, reflexio´n, de horas dedicadas a conocer y desentran~ar a Rodrigo Di´az, el Cid Campeador”, como escribe en el prólogo Francisco García Fitz. Cuando el autor comenzó sus estudios sobre la historia militar del siglo XI en España es difícil no toparse con la magnitud de este personaje histórico que, sin embargo, por su dilatada presencia en los mitos y leyendas, “ha generado tantas y tan dispares opiniones y versiones, tantas representaciones, debates y pole´micas, admiraciones y aversiones, manipulaciones y malentendidos”. Y es que el mito comenzó muy poco tiempo después de la muerte de Rodrigo Díaz, que falleció en Valencia en 1099. Con la ayuda de trovadores, juglares y cronistas, el Mío Cid abandonó el terreno de la historia para entrar de lleno en el de la literatura y la leyenda.
El autor, siguiendo las huellas de Menéndez Pidal, analiza todo lo que se sabe del Cid, que no es mucho pero tampoco es poco. Uno de sus principales intereses es situar al Cid en su contexto político, social y militar, describiendo todo lo relacionado con el mundo de la guerra y la caballeri´a. “Porque el Cid que ustedes van a encontrar en las pa´ginas siguientes –leemos en la introducción- es, en primer lugar, un guerrero, comandante de tropas al tiempo que combatiente, personaje histo´rico de la segunda mitad del siglo XI dedicado, fundamentalmente, a la actividad be´lica, excepcional y original en varios sentidos, pero, en el fondo, hijo de su propio tiempo”.
El libro cuenta la biografía del Cid, sus tirantes relaciones con los reyes, los servicios que prestó, su evolución militar, su relación con los reinos de taifas, la conquista de Valencia, su muerte. También la buena relación que tuvo con sus soldados, pues, como escribe el autor, “tenemos pruebas suficientes como para contemplar en Rodrigo a un comandante mode´lico y a un combatiente esforzado que sufri´a los mismos padecimientos, las mismas penalidades que los hombres a quienes comandaba, pues participaba en persona en cabalgadas, asedios, escaramuzas y batallas”. Y luego analiza la pronta creación del mito, que poco a poco dejó en un segundo plano la historia para resaltar convenientemente aspectos políticos y militares especiales en cada época histórica.
Un libro, pues, necesario, que presenta a un Cid “de carne y hueso” y que a pesar de las constantes arenas movedizas entre las que se mueve el historiador, presenta una imagen muy verídica y plausible de un personaje que ya en su tiempo se convirtió en una sólida leyenda y en un elaborado mito. Troa.

TROA