EL CLUB DE LAS CANGURO. 2: CLAUDIA Y LAS LLAMADAS FANTASMA

El segundo episodio de las actividades del Club de las Canguro está narrado en primera persona por su vicepresidenta, Claudia Kishi, norteamericana hija de padres procedentes de Japón. A través de su punto de vista se pone de manifiesto la forma en que compartir la actividad de cuidar niños une a las cuatro fundadoras del club con sólidos lazos de amistad. En sus reuniones para controlar la marcha de la actividad conjunta, no sólo se habla de trabajo sino también de los problemas personales de las asociadas. Una de ellas, Claudia, tiene una hermana mayor superdotada con la que le resulta muy difícil entenderse porque siempre habla de modo que parece impartir una clase. Stacey se siente atraída hacia un compañero de colegio, mayor que ella, con el que nunca ha hablado ni espera poder hacerlo. Mary Anne tropieza con un padre demasiado riguroso que apenas le permite trabajar unas pocas horas. Por último, Kristy se siente acosada por un compañero de clase que la molesta de mil maneras. Más allá de estas dificultades individuales, las chicas han de enfrentarse a un problema común: el miedo que sienten a que en las casas donde están solas con los niños que cuidan pueda entrar un ladrón. El origen de este temor se basa en una serie de robos que se han producidos en localidades cercanas a donde ellas viven. El ladrón llama por teléfono para comprobar si hay alguien, cuelga sin hablar y si nadie contesta, actúa. En las casas donde trabajan las protagonistas ya han recibido llamadas de este tipo, lo que las tiene muy inquietas. Serán Kristy y Claudia, un día en que trabajan juntas por el número de niños a quienes deben atender sufren un incidente de esta índole, que aciertan a resolver con notable eficacia. La trama, bien planteada, enlaza con agilidad y verosimilitud situaciones muy variadas que se suceden de forma rápida para mantener la tensión de intriga acerca del las llamadas fantasmas, de los conflictos familiares y sentimentales de las cuatro adolescentes. El estilo, que combina la sencillez expresiva con una cuidadosa elaboración interna y un vocabulario bastante amplio, se presta a una lectura fácil y amena.

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