EL DICTADOR Y LA HAMACA

El pretexto argumental de esta novela es el dictador de un imaginario país de América del Sur que, cansado de gobernar, busca un doble, y él viaja por Europa en busca de todo tipo de diversiones. A su vez, el doble, fatigado, busca un doble de sí mismo y emigra a Estados Unidos, hecho que se repite varias veces más.
La obra es una parodia irónica sobre las señas de identidad del individuo y su reconocimiento por parte de los demás. A la vez, caricaturiza a los dictadores sudamericanos por su actitud paternalista hacia los pobres, de cuya pobreza son primordialmente responsables. La obra se convierte en un juego de espejos tan complicado y sin final como es habitual en Pennac. Cine, política y sociología aportan elementos para elaborar una trama simbólica y que no tiene unidad argumental. Sin dudar de su originalidad y de la brillantez del estilo, también es cierto que no es de lectura fácil ni amena, ya que, a través de ella, es necesario seguir un discurso intelectual deliberadamente fragmentario. Personajes y situaciones tienden al esperpento, con un humor particular, inteligente, elitista y, sobre todo, minoritario. El problema es que en ese divertimento para exquisitos hay poco contenido que trascienda el particular mundo de Pennac. La denuncia de injusticias, las puntadas contra la Iglesia católica y los laberínticos intercambios de dobles y sosias son tópicos previsibles, más allá de los cuales hay efectos técnicos y estilísticos que revelan experiencia e ingenio.

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