EL FIN DE LA HISTORIA

Luis Sepúlveda regresa con una novela de espionaje, El fin de la historia, que enhebra acontecimientos políticos del siglo XX acaecidos en la Rusia de Trotsky o durante la dictadura de Pinochet. Juan Belmonte, ex guerrillero chileno y ex miembro de la escolta de Salvador Allende que libró muchas y arriesgadas hazañas, vive tranquilamente en una isla del sur de Chile con su mujer, ya olvidada de las torturas sufridas en la cárcel de Villa Grimaldi. Un emisario le avisa de que debe citarse en Santiago con Karmen, antiguo oficial de la KGB, para recibir una complicada misión. Se trata de encontrar a dos oficiales de la inteligencia rusa que pretenden rescatar a un preso. Belmonte acaba cediendo y refresca todas sus habilidades y sus contactos para localizar a los dos oficiales. Con gran sagacidad da con su paradero pero todo le parece demasiado fácil, teme que se trate de una emboscada y vuelve a hablar con Kramer que le desvela la identidad del encarcelado: se trata de un brutal cosaco que fue uno de los torturadores más crueles durante el régimen pinochetista. Los recuerdos de la violencia ejercida sobe su esposa despiertan en él la osadía necesaria para continuar con este encargo aun con el convencimiento de que se juega mucho en ello.
La novela, ampliamente documentada en hechos históricos, alterna las conexiones entre diferentes planos geográficos y temporales que atraviesan Chile, Rusia o la Alemania nazi para mostrar una trepidante trama de aventuras e investigación en la que intervienen un mosaico de personajes: matones, espías, agentes, policías, cosacos, etc., todos implicados en diversos acontecimientos de nuestra historia reciente. Sepúlveda narra con prosa seca y sobriedad en el manejo de los diálogos, expresivos en su contenido pero escuetos ya que lo importante es el diseño del protagonista y la acción conducida por un ritmo implacable que no da respiro. La dureza del tema aparece reflejada en algún apunte que muestra la barbarie de la que es capaz el ser humano pero su autor no se recrea en describir secuencias sanguinarias ya que lo que le importa es contar bien una interesante relato, algo que resuelve con brillantez.

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