EL HOMBRE QUE ABRAZABA A LOS ÁRBOLES

Narra este cuento la historia de la amistad entre una niña a la que le gusta mucho observar la naturaleza y un anciano leñador jubilado que le cuenta muchas cosas sobre los animales y los árboles del bosque que rodea el pueblo donde los dos viven. La obra escrita con un estilo sencillo, donde se intercalan oportunamente arcaísmos impregnados de sabor rural, encierra un expresivo canto a las maravillas que pueden descubrirse observando atentamente este entorno. El leñador evoca el tiempo en que trabajó haciendo talas controladas en Canadá y describe el gran tamaño de algunos ejemplares de robles y sequoias que pueden encontrarse en América del Norte. Sus recuerdos alternan con enseñanzas sobre la vida de las ardillas y urracas locales y otros detalles que encierran un mensaje de admiración y cuidado hacia el medio ambiente. La relación entre los dos personajes centrales es muy tierna y culmina con una cálida referencia a lo que sucede cuando el leñador comienza a dar síntomas de senilidad mental y su pequeña amiga acude a cuidarle. La obra, que obtuvo el premio Ala Delta en su vigésimo cuarta edición, añade a su muy notable calidad literaria, patente en bellas descripciones ambientales y excelente trazado de los personajes, una destacable riqueza de valores educativos.

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