EL INVIERNO MÁS LARGO

La acción novelada de El invierno más largo transcurre en una región del norte de Suecia próxima a la frontera Noruega que también recorren tribus nómadas de los lapones con sus manadas de renos como único medio de vida.
El relato se inicia cuando, en 1717, la familia de colonos que forman el matrimonio de Paavo y Maija con sus dos hijas, Frederika y Dorotea, se trasladan a la ladera de la abrupta montaña de Blackäsen. Soportan unas duras condiciones de vida que apenas les permite satisfacer las necesidades más elementales. Inviernos largos con temperaturas gélidas y tormentas de hielo que arruinan las reducidas cosechas, obligan a hombres y animales a recluirse en el interior de sus chozas a la espera del efímero verano. Con el buen tiempo, mientras las dos niñas, Frederika y Dorotea llevan las cabras a pastar, descubren el cadáver de un vecino que muestra heridas mortales causadas por arma blanca. El caso despierta el temor de los colonos y abre una investigación dirigida por el joven pastor que se ocupa de atender una parroquia dispersa entre los bosques y valles próximos. Maija, una de las primeras personas en reconocer al difunto, colabora en la búsqueda del criminal con la seguridad de que se trata de uno de los habitantes del lugar. La intriga sobre la identidad del asesino se mantiene, con diversas alternativas, durante los largos meses del invierno, con el efecto añadido de avivar el rescoldo de viejos rencores y agravios que parecían olvidados. Cecilia Ekbäck, naturalizada en Suecia de ascendencia lapona, logra trasmitir, con notable realismo y depurado estilo narrativo, la mentalidad, cultura y costumbres de los pueblos escandinavos del norte durante los años en los que se ambienta la novela. El cristianismo en versión luterana, alterna con el animismo de los lapones que no acaban de abandonar sus creencias en espíritus errantes y brujos pese a los esfuerzos de las autoridades para erradicar sus prácticas paganas.

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