EL MANUSCRITO DE FUEGO

Luis García Jambrina (Zamora, 1960) profesor de Literatura Española de la Universidad de Salamanca, sitúa la trama desarrollada en El manuscrito de fuego en la localidad salmantina de Béjar durante el invierno de 1533. Allí acaba de morir acuchillado el Alguacil Mayor de la Villa, don Francés de Zúñíga (1480-1533) antiguo y afamado bufón de la Corte conocido como “Francesillo”. La obra es la tercera de una serie de novelas de intriga protagonizada por el bachiller y jurista Fernando de Rojas (1475-1541) autor de la Tragicomedia de Calisto y Melibea, también llamada La Celestina (1499).
Como en los episodios anteriores, el dramaturgo castellano ejerce por entonces en Talavera de la Reina, como investigador de notable prestigio, adquirido gracias al éxito alcanzado en el esclarecimiento de varios casos criminales anteriores. En este episodio la emperatriz Isabel de Portugal, encargada de gobernar el reino desde la corte de Medina del Campo en ausencia del emperador Carlos V, otorga poderes especiales de pesquisidor a Fernando de Rojas para que, en su nombre, se desplace a Béjar con el fin de identificar a los asesinos de “Francesillo” y entregarlos a la justicia. Ya en su madurez y dedicado más a las funciones de asesor en leyes, Fernando de Rojas se resiste a cumplir los deseos de doña Isabel, aunque acaba por aceptar el encargo, forzado por la presión de tan ilustre dama. Llegado al lugar del crimen recibe la ayuda de la viuda del duque de Béjar, primer valedor del difunto bufón y buena conocedora de la sociedad local, quien lo aloja en su palacio. En el cumplimiento de su labor encuentra don Fernando una fuerte resistencia entre las personas que rodearon a Francesillo, al que muchos atribuían graves defectos como persona y también en el ejercicio de sus funciones como alguacil. Los miembros de la nobleza del lugar que habían sufrido las burlas del bufón, demostraron al ser interrogados, una extensa lista de posibles inductores o ejecutores del crimen, que se alegraban abiertamente de su muerte como justo castigo a sus desmanes. La confidencia de uno de los testigos le lleva a desplazarse a la Universidad de Salamanca, en busca de un supuesto “manuscrito de fuego” donde Francesillo, temiendo por su vida, habría dejado pistas para identificar a sus posibles asesinos. Luis García Jambrina describe con el lenguaje y el estilo narrativo propio de las crónicas del siglo XVI, las costumbres y mentalidad de la sociedad española de la época de Carlos V. La acción refleja con fidelidad y realismo, tanto los ambientes que rodeaban la Corte del Emperador como el funcionamiento de las instituciones locales de Talavera, Medina del Campo, Salamanca y Béjar, lugares donde transcurren los hechos narrados.

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