EL PODER DEL DESORDEN

Si la oficina está más organizada, ¿será más productiva? Las pruebas apuntan a lo contrario. Funcionaría todo mejor si se acepta cierto grado de caos; es la tesis de un libro que revindica el poder del desorden, defiende la magia que a veces esconde el desbarajuste. La obra, interesante y original, muestra con historias reales las bondades de la aleatoriedad, los imprevistos, las interrupciones inesperadas o las situaciones límites que exigen ser creativos; incluso la improvisación es capaz de generar una chispa mágica… pero también puede ser arriesgada. Para improvisar con éxito se necesita la práctica y la disposición de enfrentarse a situaciones caóticas. Tim Harford, profesor en el Nuffield College de Oxford, y escritor considera que las personas trabajan mejor cuando pueden controlar su propio espacio. Igualmente, reflexiona acerca de la automatización. Los sistemas automatizados suelen ser maravillosos pero si se confía demasiado en ellos se pagan las consecuencias: se es más pasivo y se presta menos atención… Así, diseñar un avión que impide que los pilotos cometan el más mínimo error conlleva el riesgo que, cuando surja algún problema complicado, los pilotos tendrán muy poca experiencia para pilotar y resolver el error. Mutatis mutandis con los GPS, móviles, etc. En su opinión, errar es humano pero los ordenadores meten la pata hasta el fondo, y el control manual concede una serie de habilidades que la sistematización erosiona. En este sentido, las ciudades exitosas son un caos glorioso de elementos nuevos y viejos, de casas, tiendas y oficinas, donde todo el mundo se mezcla; la vida es a tiempo real y la vida no se puede controlar.

© Reseñas bibliográficas Fundación Troa