EL PRISIONERO DE ANNUAL

La onda expansiva del Desastre de Annual, del que se cumplen ahora cien años, ha marcado la España del siglo XX. No se puede entender la Dictadura de Primo de Rivera, la II República y la Guerra Civil sin tener en cuenta aquella derrota, la más grave sufrida por el Ejército español desde Cuba y Filipinas.
Con ocasión de este centenario se han publicado valiosos estudios como El desastre de Annual (Almuzara), de Gerardo Muñoz Lorente; y El vuelo de los buitres (Galaxia Gutenberg) de Jorge Martínez Reverte; obras de ficción como Fuego sobre Igueriben (Almuzara) de David Gómez, y la reedición de El nombre de los nuestros (Destino) del novelista Lorenzo Silva.
El prisionero de Annual es obra de doble singularidad, por abordar un aspecto poco estudiado y especialmente dramático -la suerte de los 500 españoles que permanecieron año y medio cautivos de Abd El Krim-; y por haber sido escrita por un descendiente directo de uno de aquellos hombres. El autor, Alfonso Basallo, escritor y periodista de larga trayectoria -fue uno de los fundadores de El Mundo-, es nieto del sargento Francisco Basallo (1892-1985), que se distinguió por su labor humanitaria en el cautiverio, y al ser rescatado, año y medio después, fue recibido como un héroe. Gozó de tanta popularidad en la España de los años 20, que Valle Inclán llegó a mencionar su nombre en Luces de bohemia.
La peripecia del sargento Basallo resulta novelesca, porque no sólo atendió a enfermos y heridos sino que además defendió a prisioneras civiles del acoso de los guardianes; fue apaleado por pasar información en clave del estado de las fuerzas rifeñas; se fugó y fue capturado; y fue utilizado como escudo humano ante el fuego de las baterías españolas.
Una narración rigurosamente cierta, atenta a los datos. Se trata de un libro-reportaje sobre hechos reales, si bien el autor se ha valido de un recurso literario: narrarlo todo en primera persona, como si él fuera su propio abuelo. Todo esto unido a una prosa viva y enérgica y un ritmo narrativo que llega a ser trepidante en los momentos álgidos, ameniza su lectura.

TROA