EL REY PANTALONCETES Y EL MALVADO EMPERADOR

El rey Otto de Ottolandia tiene como todos los demás reyes, su castillo, su corona y su trono pero lo que le diferencia de los demás es que es un niño con pantalones cortos, razón por la cual en lugar de primer ministro tiene una mandamás que en realidad le cuida como una niñera. Todos los viernes el rey pide su paga semanal y con ella compra golosinas para sus súbditos que se muestran muy contentos y agradecidos por el regalo. Sin embargo, llega un día en el que la hucha real, un gran cerdito de porcelana instalado en el patio del castillo, aparece vacía y el rey se queda sin paga y sus súbditos sin golosinas. Por este motivo, crece el descontento popular, hecho aprovechado por el malvado Nurbisón, emperador del reino vecino para invadir Ottolandia y hacer prisionero al rey, a su mandamás y a Megan, su juglaresa. Con esta historia el autor inicia una serie narrativa que cuenta las aventuras de Otto siempre empeñado en repeler los ataques de su abusivo vecino y en que en sus dominios, bastante reducidos, por otra parte, no falten las golosinas. Tanto el texto como las ilustraciones están impregnados de humor y realizados con cuidada sencillez. Aunque su intención primordial es divertir al lector, su contenido encierra una expresa reflexión sobre lo que tanto los súbditos como el rey han aprendido de los errores cometidos a lo largo del desarrollo argumental. Los campesinos reconocen que no debieron volver la espalda al rey porque un viernes no pudiera darles dulces y el rey reconoce su responsabilidad por no haber sabido adaptar sus gastos a los ingresos del estado.

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