EL RÍO

Es la primera novela de esta narradora, poeta y traductora alemana, aunque en España viera antes la luz Arboleda, su segunda novela. A lo largo de sus páginas el lector va acompañando a la protagonista en sus recorridos por el río Lea. Esta se encuentra provisionalmente en una casa de la periferia de Londres tras una ruptura familiar y en espera de partir hacia un lugar donde asentarse definitivamente. Es una etapa transitoria en su vida, pero no la única, pues a lo largo del relato van fluyendo los nombres de las ciudades por las que ha transitado: Toronto, Tel Aviv, Varsovia, Mostar…, y los ríos paseados. Su infancia junto al Rin, el viaje familiar por el Támesis, la estancia con su hija junto al San Lorenzo; el Oder en Mostar o el Hugli, tributario del Ganges, en Calcuta.
La acción es mínima y apenas relevante. En sus paseos por las orillas del Lea, hasta su desembocadura en el Támesis, afloran retazos de la vida de la protagonista: su infancia feliz en el Rin, junto a sus abuelos; unos padres que le aportaron escasa felicidad; sus viajes, su hija, su propia ruptura familiar. Son imágenes fugaces que permiten descubrir una personalidad compleja, desarraigada, que, como los ríos, fluye hacia el final.
Kinsky describe maravillosamente y, con pocos detalles, sabe captar la esencia de los paisajes, de las personas y de los grupos humanos que discurren por los márgenes de la civilización. Atraen su atención los barrios periféricos, espacios ambiguos entre el campo y la ciudad, descolgados de la vida urbana. También las personas en los aledaños del sistema, como los inmigrantes del Este o las familias de judíos ortodoxos. En el fondo, es una pregunta sobre la identidad y sobre la soledad humana. Por medio de sus imágenes y metáforas, de gran fuerza poética, la autora es capaz de descubrir la belleza oculta en la dura realidad que nos presenta.

Francisco Andrés