EL SECRETO DEL ESPEJO

Novela juvenil cuyo desarrollo argumental transcurre en dos planos narrativos paralelos, separados por dos milenios de distancia cronológica. El primero, ambientado a mediados del siglo I, lo protagoniza una joven celta del actual País de Gales que, a punto de ser sacrificada a la diosa Luna por los druidas, escapa del bosque donde se va a consumar el sacrificio para dirigirse a su aldea natal. En el camino tropieza con una patrulla romana que la acoge gracias a sus habilidades de sanadora. Con estos soldados sale de Britania para huir de los druidas y se traslada a Hispania, donde se se instala en Cesaraugusta. El segundo episodio, ya en la época actual, aparece protagonizado por Carlos, un chico de Zaragoza cuyos padres, arqueólogos, estudian un curioso espejo de tocador hallado en los alrededores de la ciudad, al excavar una villa romana que perteneció a la fugitiva galesa. La obra comparte personajes, Carlos, su novia, Elena, y sus padres con otra anterior de la misma autora titulada “El Secreto del Galeón”
El espejo que se supone pulido en un fragmento de roca caído del espacio, sirve de nexo de unión a las dos subtramas en que se divide la acción. La joven celta, enamorada de un militar romano que ya está prometido con una joven cesaraugustana, se comunica a través del espejo y de los sueños con la madre de Carlos, cuyo matrimonio atraviesa una crisis que afecta negativamente a su hijo. Con este planteamiento, la novela incorpora a su contenido histórico de fondo una serie de elementos sentimentales que le añaden interés humano, al enlazar las inquietudes amorosas de la sanadora celta con los problemas conyugales de la arqueóloga. La autora se muestra hábil en la utilización de los recursos técnicos que le permiten mantener la tensión en los dos planos argumentales y acierta a dar forma al estilo a base de abundantes y bien elaborados diálogos y un léxico de notable riqueza. Tanto las relaciones de los legionarios de Roma con los pueblos sometidos al Imperio, como las amorosas entre los personajes del pasado y del presente están tratadas con un realismo ecuánime que sin ignorar aspectos conflictivos no adopta posiciones extremas, sino que busca interpretaciones objetivas y soluciones viables.

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