EL TREN DE LOS NIÑOS

El tren de los niños, última novela de Viola Ardone (Nápoles, 1974) narra una historia de superación basada en hechos reales. La acción arranca en Nápoles en 1946. En la posguerra, los italianos del sur sufrían unas duras condiciones de vida, especialmente los sectores más desfavorecidos. Es el caso de Amerigo Speranza, un niño de siete años que vive con su madre Antonietta, mujer analfabeta y bastante huraña; su padre está en paradero desaparecido y su hermano mayor ha muerto antes de nacer él. A su casa, sumamente pobre, a veces llega un hombre que lo entretiene y le hace vender trapos mientras merodea por allí sin despertar ninguna sospecha por parte del niño. Amerigo acude a la escuela, es inteligente pero bastante ingenuo, le gustan más los números que las letras y se pasa el día contando zapatos. En esa situación, surge la oportunidad del llamado tren de los niños, una iniciativa del partido comunista italiano para que los pequeños del sur estuvieran una temporada alojados en hogares de familias pudientes del norte de Italia y pudieran escapar un poco de la miseria. Amerigo abandona a su madre, su barrio y sus amigos y sube a un tren lleno de desconocidos, experiencia ante la que siente miedo y desconfianza, también por tratarse de un plan organizado por los comunistas pero recibe ropa nueva y unos zapatos aunque de número equivocado. A su llegada a Módena hay un error en el reparto entre las familias y él se queda solo pero acogido por una mujer sin hijos que ha sufrido mucho. Amerigo tendrá que hacer frente al nuevo dialecto y al desarraigo ya que su madre le escribe una carta al dictado, pero solo una, y se pierde el contacto entre ambos. Sin embargo, asiste al colegio, entabla nuevas amistades y comienza a tocar al violín para lo que tiene grandes dotes de forma que se le abren nuevos horizontes. Aunque añora a su madre contempla todo lo que le rodea con ojos de asombro y fascinación. Con el transcurso del tiempo, se convierte en un violinista de éxito y, a su regreso a Nápoles, descubre algún secreto familiar que hasta entonces permanecía oculto a su mirada. Viola Ardone construye una trama, aparentemente sencilla y en la que no hay grandes acontecimientos, para centrarse en el espléndido perfil de Amerigo, protagonista de una historia de separación y soledad, dura pero admirable y en la que prevalece lo positivo. Todo resuelto con una prosa eficaz que recibe ecos del neorrealismo y con los matices de un enfoque infantil. Novela conmovedora y de gran fuerza narrativa.

TROA