EL VENDEDOR DE TABACO

Robert Seethaler (Viena, 1966) es un conocido escritor, guionista y actor que ha desempeñado diferentes oficios. Siendo niño sufrió una discapacidad visual severa, que le ha obligado a pasar por el quirófano en varias ocasiones y que le obligó a ir a un colegio para ciegos con sus gafas de cristal grueso. Suele ambientar sus novelas en la época de Hitler y la Segunda Guerra Mundial. En 2017 se publicó en castellano Toda una vida (hay reseña en Troa), en la que le bastaban 139 páginas para contar lo sucedido en los ochenta años del protagonista. Escrito con sus propias vivencias, ha dicho el propio Seethaler “(…) el libro, que no es autobiográfico, aunque obviamente mucho de lo que cuento lo he vivido”.
El vendedor de tabaco tiene también connotaciones de la vida del autor. Relata una breve etapa de la vida de Franz Huchel, desde el final del verano de 1937 a junio de 1938. Franz tiene 17 años y vive con su madre, una viuda sin dinero que necesita la ayuda mensual del rico Preininger. Cuando éste muere, quedan sin recursos y la madre decide que Franz vaya a trabajar a Viena, donde un amigo, Otto Trsnjek, le dará trabajo. Perdió una pierna en la primera guerra mundial y ahora es propietario de un estanco en el que también vende periódicos. Él le enseñará a leer los periódicos y a atender a los clientes. Una tarde Franz se acerca al Prater de Viena y conoce a una sonriente Anezka. Una joven esquiva de la que se enamora; con ella tiene un romance, su primer escarceo sexual y su primer desengaño, cuando ella se inclina por un oficial nazi.
En la tabaquería, Franz lee los periódicos y sabe la brutalidad con que se trata a los judíos y la pérdida de la libertad en el país. La situación empeora hasta el arresto de Otto, que es encarcelado en la sede de la Gestapo en Viena. Al poco tiempo le informan a Franz de su muerte.
Seethaler escribe un relato vivo que despierta el interés del lector que sigue con simpatía la trayectoria de Franz. Un relato ágil que se lee con gusto. Escrito con una prosa concisa, acertada y expresiva. La narración de la tremenda situación política y social de Viena durante el gobierno nazi, se palia con toques de humor y pinceladas humanas como el buen trato de Otto, su amor por Anezka, y, por fin, por su simpatía hacia un cliente del estanco con el que a pesar de la diferencia de edad se traba una buena amistad. Se trata de Sigmund Freud, uno de los judíos que acuden al estanco, ya psiquiatra famoso. Franz le hace preguntas ingenuas y quizá por ello se granjea la simpatía del ilustre psicoanalista que recomienda a Franz que escriba sus sueños para poder ayudarlo. Cuando la familia de Freud emigra a Londres el 4 de junio de 1938, Franz rehúye a la Gestapo para despedirse y regalarle su puro favorito.
Han pasado siete años, el 12 de marzo de 1945. Anezka acude al estanco abandonado. Solo encuentra una nota de las que Franz escribía: un pensamiento diario sobre sus sueños. Anezka la arranca y, ya en el corazón de Viena, oye los bombarderos aliados.

Carmen Juste