ENTRE ELLOS

Entre ellos reúne dos textos, escritos con más de treinta años de diferencia, donde Richard Ford recoge una síntesis de sus memorias filiales. El primero de ellos, titulado “Su muerte” redactado en 2015, está concebido como una emotiva evocación de la figura de su padre, Parker Ford, viajante de comercio de origen irlandés que murió en 1960, cuando su único hijo, nacido en 1944, tenía 16 años. El segundo, redactado en 1981, a raíz de la muerte de su madre, está dedicado a rememorar sus relaciones con ella, sobre todo después de que quedase viuda.
La vida de infancia del autor aparece reflejada como unos años felices para un matrimonio que llevaba largos años esperando tener descendencia. Las ausencias del padre, que recorría varios estados del Sur todas las semanas por motivos laborales, eran compensadas por fines de semana intensamente vividos en un entorno apacible en la localidad de Jackson (Mississippi) donde habían establecido el hogar familiar. El carácter amable y sencillo de Parker queda puesto en evidencia con intenso afecto y delicado respeto por un hijo que alcanzó mayor nivel intelectual y más fama que él. El recuerdo de una existencia modesta pero de cierta progresiva prosperidad, en un clima de permanente estabilidad conyugal, da lugar a una narración cálida y realista a la vez que, sin idealizar a quien la protagoniza, no deja de destacar sus virtudes de honradez, laboriosidad e identificación con el espíritu americano de la época. Las páginas dedicadas a su madre tienen por su inmediatez, un carácter muy distinto. El modo en que Richard Ford recuerda a su padre, ya con más de sesenta años y con una perspectiva temporal de varias décadas, se manifiesta más reflexivo y ponderado que el que empleó para recordar la figura materna con menos de cuarenta y muy cercano todavía a su pérdida. Sin embargo, incluso así, se muestra agradecido a ella por haber mantenido con esfuerzo el equilibrio económico del hogar y haber sabido comprender su situación de huérfano en plena adolescencia. La obra, escrita con una prosa muy matizada, llena de naturalidad y discreción, alcanza una notable calidad literaria bajo apariencia de sencillez expresiva. Su lectura resulta grata por el cariño filial que encierra, aunque no se extienda en efusiones sentimentales haya en ella una expresa ausencia de dimensión sobrenatural de la muerte.

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