ESCRIBELO KISCH

Recientemente, se han publicado dos interesantes testimonios bélicos, aunque de un tenor muy distinto, si se comparan. Las Memorias de guerra de un capellán, de William Corby (Palabra), sobre la guerra civil o de secesión norteamericana, presenta a unos soldados que saben por qué luchan y lo hacen con heroísmo y movidos por unos ideales en los que creen firmemente, de hecho, muchos acudieron como voluntarios.
El panorama del diario de Erwin Kisch (1885-1948) es muy distinto. Es periodista y escribe en alemán, vive en Praga y, al estallar la Gran Guerra, es movilizado al igual que muchos reservistas como él. Este libro, publicado en 1930, que se traduce ahora al castellano, es el diario que escribió entre el 31 de julio de 1914 y el 21 de marzo de 1915, es decir, el periodo en que estuvo en el frente con el ejército imperial en la lucha contra Serbia, hasta que fue gravemente herido y fue repatriado.
Se trata de un relato estremecedor, escrito con gran precisión y detalle –a menudo en condiciones muy duras–, sobre los lugares donde se produjeron los enfrentamientos, los movimientos de avance y de retirada, la vida en las trincheras y la de la población civil, la información oficial, casi siempre sesgada, de unos y otros contendientes…: un testimonio de primera mano acerca de una contienda que fue crudelísima. Pero el clima poco tiene que ver con el que se desprende del texto de Corby. Aquí, hay heroísmo, sin duda, pero también mucho cálculo, cobardía, traiciones, y cierta desmoralización, por no saber qué sentido tiene tanta atrocidad, por qué luchan aquellos miles de jóvenes llegados de diversos rincones del imperio. Por esto, el autor, que, en aquellos meses, vio morir a muchísimos amigos y compañeros, con su excelente pluma, se muestra muy crítico sobre aquellos acontecimientos y sobre las decisiones de los políticos de entonces.

TROA