ÉTICA EN LA CALLE

Desde que lanzó su twitter, Infante se ha convertido en el filósofo viral por excelencia. Además de sus tweets, emplea los libros a fin de divulgar el amor por la sabiduría. No es profundo ni especialmente innovador en lo que se refiere al contenido, pero libros como este están indicados para que los jóvenes especialmente adquieran el gusto por hacerse preguntas y, concretamente, se planteen que la vida tiene un entramado ético.
Para Infante la ética no es un conjunto de normas, sino una disciplina viva, en la que todo el mundo tiene que opinar. Para saber lo que es una vida valiosa no hay que despreciar ninguna convicción. La filosofía, en este sentido, tiene más que ver con las preguntas que con las respuestas, y a lo primero que conmina es a exponerse a los argumentos de los demás. Por eso, como decía Sócrates, lo principal es examinar la propia vida.
Infante es muy habilidoso a la hora de enfatizar la parte práctica de la filosofía, su imperecedera utilidad. Parte de un modelo que se asienta en la dialéctica griega y que tiene como principal objetivo regenerar el espacio público. Pero al hilo de lo clásico, explica por qué es importante argumentar y razonar sobre aspectos o problemas contemporáneos. ¿Qué es el bien? ¿Se puede emplear la ingeniería genética? ¿Dónde está la felicidad? ¿Hay que ser bueno por el resultado?
La metodología del libro es socrática, como en sus anteriores obras. En efecto, Infante es conocido por plantear retos filosóficos, de modo que cada capítulo termina con una pregunta y varias soluciones, que representan cursos de pensamiento o corrientes filosóficas. Eso lo hace para suscitar el debate. Por eso, puede ser un libro que viene como anillo al dedo a profesores y educadores.
El lector no puede esperar ni grandes vuelos teóricos ni respuestas profundas. Tampoco es el objetivo del libro que desea hacer la filosofía divertida y mostrar por qué tenemos que plantearnos el bien y el mal en nuestras acciones. Una buena introducción a la seriedad de la vida.

TROA