- Editorial: ARIEL
- Año de edición: 2019
- ISBN: 978-84-344-2965-9
- Páginas: 224
- Encuadernación: Cartoné
- Colección: Ariel
- Idioma: Español
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Por el título del libro, parece que el lector vaya a encontrase con una obra más de ciencia ficción, pero nada más alejado de la realidad. Se trata más bien de una reflexión profunda, nada aburrida, sobre los condicionantes éticos que deberíamos imponer a las máquinas inteligentes en el tiempo actual, ahora que algunas tecnologías como la inteligencia artificial está experimentando grandes avances.
Los progresos de la imbricación entre la robótica y la inteligencia artificial han dejado de ser cuantitativos para apuntar hacia vanguardias cualitativas. En la actualidad, ya disponemos de automóviles autónomos y algoritmos que rigen las inversiones financieras, algunos países se han planteado que algunos robots compensen la pérdida de puestos de trabajo humanos haciéndoles pagar impuestos. Si un robot puede ser ya un sujeto fiscal, ¿podría adquirir una personalidad jurídica? Y en el extremo, ¿tendría una responsabilidad ética? Por ejemplo, si un automóvil autónomo evalúa una situación en que tiene que elegir si arriesgar la vida de un peatón o del conductor, ¿qué debería decidir?
José Antonio Latorre es catedrático de Física Teórica en la Universidad de Barcelona y Director Gerente del Centro de Ciencias de Benasque Pedro Pascual, autor de decenas de artículos científicos coautor de varios libros académicos en el ámbito de la Física. Utiliza en esta obra su habilidad para representarse diversos escenarios tecnológicos y sociales para hacer ver al lector la necesidad urgente de dotar de cierta ética al progreso científico, recorriendo diversos sistemas éticos desde Aristóteles al utilitarismo actual pasando por Descartes o Nietzsche.
Afirma el autor que un hombre con instrumentos es un hombre aumentado puesto que el hombre se dota de tecnología para incrementar sus capacidades o al menos atenuar sus carencias y limitaciones: un brazo robótico puede solucionarle muchos problemas a quien carece de un brazo: es la entrada al mundo del transhumanismo. En este aspecto, la tecnología no suplanta al hombre, comienza por imitarle hasta conseguir superarle. Las máquinas ya pueden emular las emociones humanas para que sean indistinguibles de los humanos. Incluso el alma afirma el autor debería ser imitada: afirma no querer estudiar qué es el alma, sino que solo pretende averiguar cómo virtualizarla.
La pluralidad de los escenarios de futuro inmediato o a medio plazo que se describen serán de agrado para los entusiastas de la ciencia ficción, porque aun no siendo descripciones cinematográficas sitúan al lector a las puertas de una realidad que ya está aquí. Sin embargo, la obra sigue siendo de interés para lectores no interesados en la ciencia ficción, pero con cierta inquietud por el devenir humano.
TROA
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