Un día cualquiera Felipe encuentra en el suelo del patio del colegio un móvil de aspecto un tanto distinto al habitual en este tipo de teléfonos. Cuando se dispone a entregarlo a su profesora, el aparato se enciende y en la pantalla aparece una cara que le habla directamente a él. Asombrado, el niño recibe órdenes concretas de desplazarse a un determinado lugar y cumplir una misión específica. En compañía de sus mejores amigos de la clase, Claudia, Ona y Miguel, Felipe se ve trasladado sin saber cómo a un pueblo donde un ogro ha secuestrado en su castillo a todos los niños del lugar. La misión que el supermóvil encomienda a Felipe y su pandilla es averiguar el motivo del secuestro y convencer al ogro de que libere a sus víctimas. Claudia, que aspira a ser médico de mayor, descubre que el motivo del enfado del ogro se debe a que nadie en el pueblo quiere, por miedo, venderle frutas y verduras que es la alimentación que necesita. Por ese motivo se ve obligado a consumir otros productos que le sientan mal, le provocan dolor de estómago y le ponen de mal humor. La obra, primera de una serie de humor, narra con estilo sencillo una historia divertida que conecta con el gusto infantil por las bromas y alusiones jocosas relacionadas con el funcionamiento de los intestinos humanos. El contenido, además de recomendar el consumo de comida sana, señala la necesidad de ser valiente y ayudar a quien se encuentre en dificultades, aunque sea un ogro de aspecto amenazador y maloliente.
© Reseñas bibliográficas Fundación Troa
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